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Aventuras amorosas cuestan caro a políticos, pero no escarmientan

Por LIZ SIDOTI

WASHINGTON (AP) — ¿Por qué personas poderosas, en un pedestal, piensan que están por encima de todo, que pueden salirse con la suya y engañar a sus esposas, sabiendo que hay un intenso escrutinio de los medios de prensa y que esas aventuras tienen un enorme costo político, sobre todo en Estados Unidos?

Hay una larga lista de políticos que pensaron que podían hacerse una escapada a Argentina, tomarse un crucero, alojarse en un hotel bajo un nombre ficticio o contratar un servicio de prostitutas sin ser descubierto ni tener que dar la cara.

Los ejemplos abundan: el gobernador de Carolina del Sur Mark Sanford, los senadores John Ensign (Nevada) y David Vitter (Luisiana), el ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, los candidatos a la presidencia John Edwards y Gary Hart, el gobernador del estado de Nueva York Eliot Spitzer y el alcalde de Nueva York Rudy Giuliani.

Las consecuencias pueden ser nefastas y arruinar carreras políticas, como le ocurrió al gobernador de Nueva Jersey Jim McGreevey. Pueden incluso generar juicios políticos, como el que tuvo que sobrellevar el presidente Bill Clinton.

Esto no fue siempre así. Hay políticos, incluidos presidentes, que tuvieron sus aventuritas a escondidas y nunca se vieron obligados a dar la cara en público, como John F. Kennedy y Franklin D. Roosevelt.

Esos tiempos han cambiado.

En el mundo de hoy, en que a la gente le fascinan las andanzas de las Paris Hilton, Lindsay Lohan y Britney Spears, desplegadas prominentemente en medios impresos y la internet, hay un apetito insaciable por escándalos.

Eso es lo que hace más sorprendente el que estos hombres –son siempre hombres, porque la política sigue siendo dominada por el género masculino– tienen la suerte. Sobre todo quienes tienen ambiciones presidenciales, como Sanford, quien era considerado uno de los posibles candidatos republicanos en el 2012.

Sanford acaba de admitir una relación extramatrimonial con una argentina y una escapada de cinco días sin avisar a sus colaboradores ni a su familia, y no está claro si todavía tiene un futuro en la política.

Stanley Renshon, experto en la psicología de los políticos de la City University de Nueva York, dice que «el narcisismo es una característica de los líderes políticos. Uno tiene que tener una gran ambición y un ego enorme para postularse a un cargo».

Con frecuencia piensan que pueden tener aventuras sin sufrir las consecuencias.

«Uno empieza a pensar que es el rey de su universo, en el que impone sus estructuras éticas y hace lo que quiere», declaró McGreevey, quien renunció en medio de un escándalo tras admitir una relación homosexual, en el programa «Today» de NBC.

Los políticos mujeriegos no se dan cuenta de que «viven en una vidriera y que eso conlleva responsabilidades y costos», señaló Renshon, agregando que el político que tiene aventuras no solo traiciona a su familia sino la confianza del público.

Cuando son pillados, surgen cuestionamientos de sus condiciones de líder, buen juicio, su carácter y su integridad.

Si le pueden mentir a sus seres queridos, seguramente le pueden mentir a todos los demás. Si no pueden respetar las promesas que hicieron al casarse, ¿por qué van a respetar las que hicieron al asumir sus cargos? Si tienen secretos en sus vidas privadas, ¿quien asegura que no los tendrán en su vida pública?

«La percepción del público es importante», manifestó Stephen Wayne, profesor de asuntos del gobierno de la Georgetown University que ha estudiado la psicología de los políticos. Cuando se trata de los cargos más altos, la gente «quiere saber quiénes pueden ser un modelo para los demás».

Los políticos de alto rango que tienen aventuras extramatrimoniales no aprueban ese examen.

Fred Greenstein, profesor emérito de política de la Princeton University, considera que los políticos se dejan llevar por la adrenalina y que en algunos casos, «la emoción de una actividad sexual ilícita puede alimentar los mismos deseos que la emoción de la política».

Quienes tienen aventuras, tienden a ser más proclives a no cumplir promesas, a manipular a la gente y a tomar atajos. También tienden a correr más riesgos y a pensar primero en sí mismos.

Si no, pregúntele a sus esposas, sus amantes y a sus guardaespaldas, que generalmente hacen la vista gorda ante sus indiscreciones.

Los escándalos de tinte amoroso son cada vez más frecuentes e involucran tanto a demócratas como a republicanos. Este mismo mes cayó en desgracia otro republicano con posibles ambiciones presidenciales, Ensign.

«Estos eran los (líderes) que estábamos preparando para el futuro. Mejor que empecemos a buscar nuevos líderes», comentó el dirigente republicano Todd Harris.

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