Martha Stella: La mujer que abrió trasmilenio para mascotas

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Matha Stella no usa TransMilenio, no monta en bus urbano y los tres perros con los que vive tienen ruta para ir al ‘colegio’. Sin embargo, esta abogada de 50 años y que quiere mantener un bajo perfil es la autora de la polémica demanda que obligó a los sistemas de transporte masivo en el país a llevar mascotas como gatos y perros junto a los pasajeros.
De una charla con un taxista, Martha sacó la idea de presentar una petición ante la Corte Constitucional para que se respetara el derecho de los pasajeros a transportar sus animales domésticos. “Si bien soy una persona privilegiada que no necesita el TransMilenio, no demandé pensando en mí, lo hice por las personas que no tienen los medios para transportar a sus animales», asegura.
El taxista le contó que días atrás había recibido un comparendo de medio salario mínimo mensual ($267.800) por llevar un perro en su vehículo público. Eso llevó a pensar a esta defensora de los animales que era injusto que no se pudiera transportar a las mascotas si no se tenía carro particular.
Pero esta no es la primera vez que se enfrenta al Estado para defender los derechos de los animales y sus protectores. Su vida como activista comenzó hace 17 años, cuando era inspectora de Policía en la localidad de Usaquén. Allí aconsejó a una mujer para que presentara una tutela que permitió a las mascotas habitar en las viviendas de propiedad horizonta (apartamentos).
CLIENTES DE CUATRO PATAS
Martha Stella, quien pidió no publicar su apellido, anda inmersa en expedientes relacionados con el derecho policivo o de ciudad, pero a pesar de eso saca tiempo para ocuparse de algo que considera su pasión: la protección de los animales.
Martha reparte el tiempo entre los delicados casos que lleva en un bufete de abogados ubicado en la calle 93 de Bogotá, una especialización en derecho urbano en la Universidad del Rosario y el cuidado de sus perros.
No en vano en una pequeña finca de Girardot tiene cinco canes criollos que recogió en la calle y que visita constantemente. A estos se suman ocho más que sin falta van todos los días a ese lugar a tomar el desayuno.
Su compromiso con los animales no queda allí. Esta abogada de jeans y de hablar desparpajado también asesora de manera gratuita a todos aquellos que tienen problemas con sus mascotas. Para ello recopiló todas las normas y las sentencias sobre el tema. “Yo tengo clientes de cuatro patas”, dice con una sonrisa.
Los casos que le llegan para que los asesore son por problemas de convivencia en los conjuntos residenciales e indebida atención de los veterinarios.
Mientras revisa un álbum con las fotos de un domingo soleado junto a sus perros, afirma que las tardes las dedica a sus tres amores con los que vive en su apartamento. Esos “canchosos”, tres terranovas, son su vida. El más joven está cojo por una accidente cuando cayó de los brazos de la empleada, “por poco la decapito (…) él era un bebé, tenía tres semanas”. El perro es hijo de una campeona. “Es la mejor terranova que hay en el país y vino de Argentina”.
OTRAS PELEAS
Mientras litiga gratuitamente por los animales, Martha Stella espera que el Congreso apruebe la ley que busca que se respeten los derechos de sus clientes de cuatro patas. “Y que se les reconozca como seres” que sienten.
También piensa que la Policía debe tener un cuerpo especializado de rescate y protección de mascotas abandonadas o maltratadas. “Que tengan plenos derechos para incautar animales y llevarlos a refugios donde se les preste atención médica y se den en adopción”.
Recientemente conoció el caso de un perro de pedigrí, que una familia dejó en un colegio durante un año, y cuando fueron a verlo tenía el pelo pegado a los ojos y quedó parcialmente ciego. “A estas personas deberían meterlas a la cárcel”, dice.
En 2010, el día que Martha Stella presentó la demanda ante la Corte Constitucional para que los animales domésticos pudieran ingresar al transporte público, no se imaginó que un año después sería la causante de la polémica más álgida en el último mes. Hoy ella quiere armar otra, por eso está pensando en subir uno de sus terranovas de 70 kilos a un TransMilenio, ya que considera incongruente que exijan un guacal para llevarlo.

POR: SAMUEL SALINAS ORTEGÓN

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