El veinte aniversario de Tiananmén trae más represión

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Por CHRISTOPHER BODEEN

BEIJING — La policía china buscó con fuerza evitar cualquier muestra de disentimiento el jueves en el 20mo aniversario de la represión de activistas prodemocracia en la plaza de Tiananmén, mientras la secretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton y hasta el presidente de Taiwán pedían que Beijing reconociera los actos violentos de 1989.

Un opositor exiliado, famoso porque desafió en público a uno de los líderes chinos hace 20 años, no pudo regresar al país para confrontar al gobierno acerca de lo que llamó la «masacre del 4 de junio».

Policías uniformados y de civil montaron guardia en la enorme plaza que fue el epicentro del movimiento encabezado por estudiantes que las fuerzas armadas aplastaron en la noche del 3 al 4 de junio de 1989. Los periodistas extranjeros no pudieron llegar al lugar del las manifestaciones ante la vigilancia.

Agentes de seguridad, que verificaban pasaportes, también impidieron que fotógrafos y camarógrafos de TV extranjeros entraran a la plaza para grabar el izamiento de la bandera china, que se hace todos los días al amanecer. Policías vestidos de civil encararon bruscamente a los periodistas en las calles alrededor de la plaza, a quienes insultaron y amenazaron con actos violentos.

Las medidas extraordinarias de seguridad llegaron luego de que censores del gobierno cerraron el acceso a redes sociales y sitios de publicación de imágenes en internet, como Twitter y Flickr, y suspendieron las transmisiones de canales de noticias extranjeros como CNN cada vez que mostraban historias sobre Tiananmén. Los disidentes conocidos fueron obligados a quedarse en casa o a dejar Beijing, como parte de los esfuerzos del gobierno para evitar debates en internet o actos conmemorativos del aniversario organizados.

El segundo líder estudiantil de 1989 dijo que las autoridades le habían negado permiso para entrar al territorio chino de Macao, otro signo de la mano dura contra las protestas.

Wu’er Kaixi, exiliado desde la represión de hace 20 años y buscado por el gobierno chino, viajó a Macao el miércoles para entregarse a las autoridades y regresar a su país para poder ver a sus padres. Le dijo a The Associated Press por teléfono que lo retuvieron durante la noche en un centro de detención en el aeropuerto de Macao y que la negativa a entrar a China era una «tragedia». Regresó a Taiwán el jueves.

En Washington, la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton dijo en un comunicado el miércoles que China, como la potencia mundial emergente que es, «debería estudiar abiertamente los sucesos oscuros de su pasado y rendir cuentas públicas de los muertos, detenidos o desaparecidos, tanto para aprender como para sanar heridas».

El presidente taiwanés Ma Ying-jeou le pidió a China en un comunicado que elimine el tabú de no discutir la represión.

«Este capítulo doloroso de la historia debe ser enfrentado», dijo. «Simular que nunca sucedió no es una opción».

Un vocero del ministerio de Relaciones Exteriores chino dijo que los comentarios de Clinton eran una «grosera interferencia en los asuntos internos de China» y no reconoció que hubiera medidas especiales de seguridad en Beijing.

«Hoy es un día como cualquier otro, estable», dijo.

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