Por JENNIFER LOVEN
TOKIO — El presidente Barack Obama declaró el sábado que ha concluido una era en que Estados Unidos estaba desconectado de la región con el crecimiento económico más rápido en el mundo, y advirtió que Estados Unidos y sus aliados en Asia «no se dejarán amedrentar» por los continuos desafíos de Corea del Norte en materia de armas nucleares.
«Debe quedar claro a dónde lleva ese camino», dijo Obama en referencia a lo que consideró las provocaciones de Pyongyang. «Seguiremos enviando un mensaje claro mediante nuestros actos, y no sólo con palabras: La negativa de Corea del Norte a cumplir sus obligaciones internacionales sólo llevará a menos seguridad, no a más».
Luego de exhortar a que Estados Unidos se acerque más a los países asiáticos, Obama dijo que sus compatriotas no deben temer a una China fuerte. Sin embargo, advirtió que todas las naciones deben respetar los derechos humanos, incluidas las libertades religiosas.
«Elogiamos los esfuerzos de China para asumir un papel más protagónico en el escenario mundial, un papel en el que su creciente economía vaya unida a una creciente responsabilidad», dijo Obama.
El mandatario ofreció un incentivo a Corea del Norte para abandonar las armas nucleares que supuestamente tiene ya, así como el programa para producir más armamento, que prosigue en desafío de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Delineó un futuro posible de oportunidades económicas, así como de mayor respeto y seguridad global.
«Este respeto no puede conseguirse mediante la beligerancia», consideró.
Más ampliamente, el discurso ante 1.500 japoneses prominentes, en una sala de conciertos del centro de Tokio, tuvo el objetivo de mostrar a Estados Unidos como un país que, bajo el liderazgo de Obama, busca una relación más profunda y equitativa con Asia. Este es el quinto discurso importante para el exterior en los diez meses de Obama en la presidencia, esta vez destinado a buscar un nuevo tono en las relaciones a veces complicadas de Estados Unidos con la región de mayor crecimiento en el mundo.
Tras reconocer el poder creciente de Asia y la percepción que algunos asiáticos tienen sobre cierta declinación de Estados Unidos, los asesores de Obama y el propio presidente habían dicho que el objetivo principal del mandatario durante su gira de ocho días no era precisamente alcanzar «logros» específicos, sino insistir en el tema de que Estados Unidos está involucrado con Asia.
Obama se describió como «el primer presidente estadounidense proveniente del Pacífico».
Prometió que Washington trabajaría con ahínco para fortalecer las alianzas ya establecidas en Asia, como las existentes con Japón y Corea del Sur, construir nuevas con países como China e Indonesia, e incrementar su participación con varias organizaciones multilaterales asiáticas.
La colaboración, dijo el presidente, no es sólo académica, sino crucial para los asuntos «que importan más a nuestros pueblos», como el empleo, el medio ambiente limpio y la prevención de la proliferación de armas peligrosas.
El presidente estadounidense dijo el viernes, en una reunión con el primer ministro japonés Yukio Hatoyama, que «es absolutamente vital» que Corea del Norte —e Irán y el Oriente Medio— abandonen sus ambiciones de armas nucleares.
Estados Unidos, Japón, China, Rusia y Corea del Sur son socios en las conversaciones para persuadir a Corea del Norte que abandone el programa de armas nucleares que desarrolla en desafío a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Se cree que Pyongyang posee suficiente plutonio enriquecido como para producir media docena de bombas nucleares.
Obama escogió Tokio como el escenario de su discurso, una elección simbólicamente importante que manifiesta respeto por los largos antecedentes de Japón como el principal aliado de Estados Unidos en Asia y una de las democracias más prominentes en la región.
Las relaciones entre ambos países atraviesan un momento delicado después de un cambio de gobierno en Tokio en que los japoneses buscan una mayor independencia de Washington y vínculos más estrechos con el resto del Asia.
Después de su discurso, Obama comió con el emperador japonés Akihito y su esposa, la emperatriz Michito, en el interior del palacio imperial, ubicado en el centro de la ciudad.
El discurso de Obama fue alabado por varios analistas asiáticos.
Shen Dingli, director del Centro de Estudios Estadounidenses de la Universidad Fudan en Shanghai, agradeció que Obama dijera que los estadounidenses no deben temer a una China fuerte.
«No quiso venir a Asia para renovar las diferencias», dijo Shen. «Las diferencias están claras, todo el mundo las conoce. Quiere dejar claro que compartimos valores fundamentales».
Algunos en Taiwan — la cual ha mantenido relaciones tensas con China durante décadas — quedaron menos impresionados.
«Su cada vez mayor compromiso con China aumentará dudas sobre qué nivel de prioridad Estados Unidos otorga a su tratado de seguridad con Japón», dijo Lo Chih-cheng, un profesor de ciencias políticas de la Universidad Soochow de Taipei.
(AP)