Alemania conmemora caída del Muro de Berlín

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Por MATT MOORE

BERLIN — Con conciertos y ceremonias conmemorativas, los alemanes festejarán el lunes la caída del muro de Berlín hace 20 años al tiempo que ven el futuro con esperanza ahora que su país está reunificado.

Esa fría noche bailaron encima del muro, con los brazos en alto en señal de victoria, las manos enlazadas en amistad y el corazón rebosante de alegría. Años de separación y ansiedad se mezclaron a la realidad increíble de la libertad y un futuro sin guardias fronterizos, policía secreta, informantes y rígido control comunista.

Los alemanes celebrarán con conciertos que incluyen música de Beethoven y Bon Jovi; un servicio en honor de las 136 personas que murieron tratando de cruzar el muro de 1961 a 1989; una vigilia a la luz de la vela y 1.000 fichas grandes de plástico que simularán un dominó, las cuales serán colocadas a lo largo de los lugares donde pasaba el muro y posteriormente derribadas.

El 9 de noviembre de 1989 los alemanes del este llegaron en grandes multitudes a bordo de sus autos Trabant, motocicletas y bicicletas viejas. Cientos, luego miles y después cientos de miles cruzaron durante los días siguientes mientras Berlín celebraba con euforia.

La canciller Angela Merkel, la primera alemana originaria del este en ocupar ese alto cargo, recordó la euforia en un discurso ante el Congreso de Estados Unidos la semana pasada.

«Donde sólo había una pared obscura, se abrió repentinamente una puerta y todos caminamos por ella hacia las calles, hacia las iglesias, al otro lado de las fronteras», dijo Merkel. «Todos tuvieron la oportunidad de construir algo nuevo, de hacer una diferencia, de crear un nuevo comienzo».

El muro que el gobierno comunista construyó en el momento más álgido de la Guerra Fría perduró durante 28 años desde 1961, pero ahora ha desaparecido casi por completo. Algunas partes siguen en pie, como galerías al aire libre o como secciones de museos. Su antigua ruta se convirtió en calles, centros comerciales y edificios de apartamentos, y como recordatorio sólo quedan algunos trozos incrustados en los nuevos edificios que marcan su viejo camino.

Potsdamer Platz, la plaza destruida en la Segunda Guerra Mundial y que durante la Guerra Fría se convirtió en tierra de nadie, ahora está llena de tiendas lujosas y en ella se vende de todo, desde reproductores iPods hasta salchichas a la parrilla.

En una entrevista en Moscú con Associated Press Television News, la rama televisiva de la AP, el líder soviético de la época en que cayó el muro, Mijail Gorbachov, calificó el suceso como un catalizador de la paz.

«Sin importar lo difícil que fuera, trabajamos, logramos un entendimiento mutuo y seguimos adelante. Comenzamos por reducir las armas nucleares, disminuir las fuerzas armadas en Europa y resolver otros asuntos», dijo.

La caída comenzó en una conferencia de prensa de rutina. El 9 de noviembre de 1989, Guenter Schabowski, un integrante del Politburó gobernante en Alemania del Este, declaró fortuitamente que los alemanes de ese país podían viajar al oeste de forma inmediata.

Después trató de aclarar su comentario y dijo que las nuevas leyes entrarían en vigencia a medianoche, pero los eventos se precipitaron a medida que se corrió la voz.

En un cruce remoto en el sur de Berlín, Annemarie Reffert y su hija de 15 años hicieron historia al ser las primeras alemanas del este en cruzar la frontera.

Reffert, ahora de 66 años, recuerda la confusión de los soldados cuando trató de ir al otro lado.

«Les dije que Schabowski había declarado que teníamos permitido cruzar», dijo, y los soldados fronterizos cedieron. Un funcionario de aduanas estaba sorprendido de que no llevaran equipaje.

«Lo único que queríamos era ver si realmente podíamos viajar», recordó Reffert.

Años después Schabowski dijo en una entrevista de televisión que se había confundido. La orden aún no era una decisión, sino una propuesta de ley que el Politburó iba a analizar, pero él pensó que era algo que ya se había aprobado.

Alrededor de medianoche los guardias fronterizos abrieron completamente las puertas y miles de personas pasaron por el famoso Checkpoint Charlie —un retén que simbolizaba la presencia de los Aliados y la tensión de la Guerra Fría_, avanzaron por la Invalidenstrasse, cruzaron el puente Glienicke y entraron a Berlín occidental, libres, sin obstáculos y con los ojos desorbitados por la sorpresa.

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