Ancianos en Haití reciben atención médica; necesitan comida

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Por MIKE MELIA

PUERTO PRINCIPE — Grupos de socorro venezolanos llevaron el sábado atención y medicinas a las ruinas de una casa para ancianos en la capital, siendo la primera ocasión en que decenas de residentes de ésta han recibido cuidado significativo desde el terremoto del 12 de enero.

Aún así, sus cuidadores señalan que los ancianos continúan enfrentando una escasez de alimentos crítica.

«Están bien durante una hora o dos; pero no queda nada para después», dijo Jeanty Frantz, una enfermera voluntaria, después de que el director de la casa de reposo trajo suficiente puré de maíz para alimentar a cada paciente.

Por la tarde, tenían hambre nuevamente y las enfermeras no sabían cómo les proporcionarían la siguiente comida.

Desde el 17 de enero, cuando The Associated Press reportó por primera vez sobre la difícil condición de los residentes, les ha llegado algo de comida, agua y medicamentos; pero las organizaciones de ayuda aún tenían que coordinar mayores suministros o servicios de cuidado.

Eso cambió el sábado, cuando un equipo de 13 médicos financiados por el gobierno venezolano evaluaron a los pacientes, cambiaron vendajes de sus heridas y prometieron regresar al siguiente día. El Comité Internacional de la Cruz Roja también estableció una tienda de campaña de primeros auxilios para atender a los pacientes ancianos, así como a las aproximadamente 1.600 familias refugiadas en tiendas colocadas en la cercanía.

«Esta es una zona con bastante necesidad, y no sólo para los pacientes ancianos», dijo Simón Schorno, vocero de la Cruz Roja.

El grupo de apoyo World Vision también señaló que estaba en camino la ayuda. Visitó las ruinas de la casa Municipal para ancianos el viernes para registrar a los pacientes y dijo que empezaría a entregar en unos días comida para un mes.

Mientras tanto, los pacientes yacen con indiferencia a la intemperie. Uno de ellos no ha recibido alimentación alguna desde que entró en coma hace tres días. Otros clavan la vista, adormecidos, en una lona azul colocada sobre sus cabezas.

«Siempre tengo hambre», dijo Reynold Jean, un paciente con Alzheimer de 80 y tantos años.

Los pacientes de la casa para ancianos en el barrio de Bel-Air habían dependido de comida donada por la comunidad, pero esa ayuda se desvaneció con el terremoto que devastó gran parte de la capital del país.

(AP)

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