Audiencias retratan más claramente a Sotomayor

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WASHINGTON (AP) — Desde sus primeros días como abogada, Sonia Sotomayor nunca quiso asumir posturas conformistas ni papeles secundarios.

El retrato de Sotomayor que se ha plasmado esta semana, después de horas y horas de testimonios ante la Comisión Judicial del Senado, es el de una jueza que confía en sí misma, es disciplinada y se mantiene imperturbable.

Pero también ha dado la imagen de alguien que no teme admitir cuando se ha equivocado, que está dispuesta a compartir alguna risa con sus críticos y que no se avergüenza de rememorar –o de no recordar– los detalles del programa de televisión que más le gustaba en su niñez.

En cierto modo, los estadounidenses tuvieron la oportunidad de dar un primer y último vistazo a Sotomayor. Poco conocida antes de que el presidente Barack Obama la nominara a la Corte Suprema, Sotomayor prácticamente volverá a desaparecer después de que se le confirme en el cargo. Permanecerá prácticamente enclaustrada en un edificio de mármol, con su toga negra.

En sus dos días bajo la lupa pública, Sotomayor se ha revelado como afectuosa y aficionada al béisbol, amante de la historia e hija comedida. Además, se mostró como una dura adversaria en los duelos verbales, una persona con astucia política y avezada en la materia.

Una y otra vez, los senadores trataron de que Sotomayor dijera qué pensaba cuando sugirió que una «latina inteligente» podría llegar a una mejor decisión que un hombre blanco. Sotomayor desestimó rápidamente sus palabras del pasado, como una floritura retórica que no funcionó.

Y de ahí en adelante, no hubo nada que la sacara del mensaje que trataba de transmitir, una promesa simple de fidelidad a la ley.

«Aplicamos la ley a los hechos», dijo. «No aplicamos los sentimientos a los hechos».

Sotomayor, gran aficionada al béisbol como muchos puertorriqueños, confió lo suficiente en su desempeño como para mencionar algunos momentos del Juego de Estrellas, disputado el martes por la noche, aunque confesó que no había visto mucha televisión durante «un largo tiempo», mientras se preparaba para sus audiencias de confirmación.

Cuando los interrogatorios se pusieron difíciles, Sotomayor no se complicó.

Controló su lengua e incluso se rió con algunos de sus interrogadores más severos.

Simultáneamente, Sotomayor mostró en las audiencias algunos rasgos familiares para quienes han comparecido ante ella en la corte.

Es, por ejemplo, una persona que sabe escuchar, y que está atenta a cada palabra que le dicen, sea amigable o no.

Pero hizo falta una revisión de comentarios de abogados –sintetizada para la audiencia por el republicano Lindsey Graham–, para dar a conocer otro aspecto de la jueza.

Sotomayor puede inquirir con una fiera curiosidad, y espera que los abogados den las respuestas en un minuto… de Nueva York.

Sotomayor no confirmó ni negó los comentarios de algunos abogados anónimos, quienes dijeron que es un «terror en la corte», que «estalla de manera inapropiada» y que «puede ser un tanto abusiva».

En vez de ello, dijo, «Hago las preguntas difíciles, pero las hago por igual a ambas partes».

Incluso algunos críticos republicanos en el panel reconocieron que Sotomayor se comportó bien en las arduas audiencias.

Y ése era el desempeño que se esperaba para poner a una «latina inteligente» en el camino de convertirse en la primera hispana en la Corte Suprema.

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