Brasil pasa a la final con gol agónico de Alves

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Por ERIC NÚÑEZ

JOHANESBURGO — Brasil sufrió lo indecible durante 88 minutos para minar la resistencia de Sudáfrica y sólo un gol de tiro libre de Daniel Alves marcó la diferencia el jueves en la victoria 1-0 que le dio el pase a la final de la Copa Confederaciones.

Cuando se avizoraba el tiempo extra y el aroma de una segunda sorpresa mayúscula impregnaba el ambiente, el técnico brasileño Dunga atinó cuando a los 82 minutos hizo ingresar a Alves por André Santos. Seis después, el jugador del Barcelona le premió al clavar en comba su remate desde el borde del área, anidándose en el ángulo derecho del arquero.

Brasil, que busca repetir como campeón del torneo, enfrentará en la final a Estados Unidos, que en el día anterior dio al batacazo al vencer 2-0 a la favorita España.

Inspirada por el triunfo estadounidense, los locales salieron a darle guerra a Brasil en el estadio Ellis Park de Johanesburgo con un digno despliegue de garra y oficio.

Sin espacio para maniobrar y errática en los pases, particularmente en el último cuarto de cancha, la «Canarinha» la pasó mal para imponer su voluntad. Estaba claro que no habría una secuela del despliegue arrollador con el que el domingo pasado habían despachado 3-0 a una desencajada Italia en el cierre de la primera ronda.

Kaká fue el único que pudo salvar la cara por Brasil, pero no gravitó mucho.

Joel Santana, el técnico brasileño de los «Bafana Bafana» cumplió con su palabra, puesto que sus pupilos no se encerraron y trataron de arrimarse al área contrario.

Eso sí, las ganas no se traducen en pericia y sólo errores de Brasil permitieron los momentos de más peligro sufridos por su arquero Julio César.

Brasil intentó llegar con el toque, pero la defensa sudafricana se desplegó a la perfección para tapar los huecos.

No fue hasta los 13 minutos que Ramires logró hacer el primer remate a puerta en el partido. Sudáfrica respondió de inmediato cuando Siboniso Gaxa le robó un balón a André Santos, pero remató desviado desde la derecha.

Con el paso de los minutos, Brasil se encontró con una realidad nada agradable: no mandaba en el mediocampo e increíblemente era Sudáfrica, con su volante Steven Pienaar como pulmón, el equipo que martilleaba para adelantarse. Ocasiones no le faltaron como un cabezazo que Aaron Mokoena mandó apenas alto y el tiro libre de Siphiwe Tshabalala que provocó el rechace oportuno de Julio César

A veces dio la impresión que Brasil no tenía norte al acusar el asedio sudafricano, causando recibir su primera tarjeta amarilla en todo el torneo, mostrada a un Felipe Melo que tuvo una noche muy ocupada en lal contención.

¿Y Kaká? Bien, gracias. Desconectado con sus compañeros, el «10» brasileño estuvo desaparecido al punto que tuvo que levantar la mano para que le avistasen.

Los últimos 10 minutos del primer tiempo ofrecieron las mejores emociones, incluyendo las primeras apariciones del genio individual de Kaká al rematar afuera en una y luego frustado por el lance del arquero Itumeleng Khune.

La segunda mitad arrancó con el mismo trámite. Con el ruido de las cornetas de plástico como aliento, Sudáfrica se confiaba que podría sorprender a los pentacampeones mundiales.

Brasil, en cambio, se hundió más en sus imprecisiones y confusión para subyugar a un necio rival. El zaguero central sudafricano se convirtió en un muro impenetrable ante los fallidos intentos de la dupla goleadora de Luis Fabiano y Robinho.

Aunque su equipo no le encontraba la vuelta al duelo, Dunga se guardó sus cartas hasta la última y la primera que mostró resultó la correcta, aunque llamativamente el lateral Alves entró por la banda que no es la suya.

Igual no importa. Brasil sobrevivió, silenció a las vuvuzelas y ahora irá, en el mismo escenario, por su tercera corona en la historia del torneo.

(AP)

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