CONSTERNACIÓN POR EL ASALTO EN ROSALES

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«Esto está terrible”, decía un asistente a la manifestación de ciudadanos en la carrera séptima con calle 72, punto neurálgico del barrio Rosales de la localidad de Chapinero en Bogotá, donde el lunes 15 de enero, delincuentes le dispararon a Adriana Sobrero por hurtarle su vehículo.

La noticia estremeció al país y al exclusivo sector, porque además la víctima está en embarazo. Este sector es uno de los más célebres para la cultura cachaca. Subsisten todavía por allí los famosos hombres elegantemente vestidos, con su paraguas,  sus fulares multicolores en sus cuellos y que hablan con la erre arrastrada.

El barrio Rosales es uno de los más valorizados del país. Según la agencia Metro Cuadrado, los arriendos por apartamentos de 60 metros cuestan 3 millones de pesos y el portal Finca Raíz ofrece, por ejemplo, una casa de 412 metros, con seis niveles, 4 habitaciones, 5 baños, estudio por once millones de pesos.

El barrio está localizado entre las calle 82, al lado de El Refugio, hasta la calle 72 en El Bagazal, por el oriente con los cerros orientales y por el occidente con la Carrera Séptima. Es quizá uno de los sectores con mayor vigilancia que hay en el país. Todos los edificios tienen cámaras de seguridad. Las paredes y los techos poseen cuerdas con púas de acero. Además, hay un CAI de la Policía y se ven numerosos agentes porque allí se encuentran las embajadas de Rusia, Hungría y Perú. Además, a unos metros está la residencia del Embajador de España.

Es quizá uno de los sectores de Colombia donde hay más vigilancia privada.

Personalidades como presidentes de empresas internacionales viven allí y además, hay un fuerte equipo de escoltas, soldados del batallón Guardia Presidencial porque están las residencias de los hijos de Álvaro Uribe Vélez. Por allí vivía también Fernando González-Pacheco Castro.

Diversas firmas, hoteles, el castillo del mono Osorio, sedes bancarias, supermercados, cigarrerías de cadena tienen allí también sus sedes.  

Quedan también los exclusivos clubes El Nogal y el Gun, donde son necesarias invitaciones de socios para poder ingresar. Todas las calles del barrio están pavimentadas y cuenta con vías como la Circunvalar y la Séptima para su movilización. No hay perros callejeros y los que hay, son mascotas valiosas que se alimentan con fines concentrados y tienen personas que las sacan a pasear por los parques del lugar.

De sus montañas bajan las quebradas Rosales y la Vieja, donde se ven a deportistas y caminantes en las mañanas.

Los cacos han visto estas calles como una mina para sus fechorías.

Este 18 de enero vecinos del sector salieron a protestar por la ola de inseguridad y para rechazar la agresión a la señora embarazada, a la cual le intentaron llevar su camioneta de lujo. Manifestaron también su indignación porque últimamente el sector se ha visto azotado por los enemigos de lo ajeno, les quitan sus celulares y además hay robo de vehículos.

El coronel y comandante operativo de la zona norte, expresó que la seguridad “se reforzará con un CAI móvil que funcionará las 24 horas del día, con 12 motocicletas y 30 policías, así como con un equipo de inteligencia”.

Los habitantes del sector se quejaron por la efectividad de la justicia, porque “la policía les da captura, pero los jueces dejan libres a los delincuentes al día siguiente”. Sobre casos como este, hace unos meses Daniel Mejía Londoño, secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá había manifestado que un hombre de 44 años había sido capturado 52 veces por el delito de hurto a personas.

“¿Si esto pasa en Rosales, qué sucederá entonces en los barrios sub normales de Colombia?”, se preguntaba una vecina del sector que no salía de su asombro por los hechos judiciales.

TEXTO DE GUILLERMO ROMERO SALAMANCA

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