Dayana Mendoza reflexiona sobre su reinado

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Por SIGAL RATNER-ARIAS

NUEVA YORK — A pocos días de entregar su corona, la Miss Universo venezolana Dayana Mendoza dice que lo que más la impactó durante su reinado fueron casos como el de un niño nicaragüense portador del VIH cuyo padre le pidió ayuda y por quien no pudo hacer mucho.

«Yo fui al Hospital de Niños en Managua y conocí a un niñito como de 9 ó 10 años que fue contagiado verticalmente (de madre a hijo) con el VIH. Su papá luego me conoció y me lloró, me rogó que lo ayudara a conseguir un sitio donde vivir», relató Mendoza en una entrevista reciente con la AP.

«Me conmoví porque no estuvo en mis manos. (Como Miss Universo,) una no puede hacer todo aunque quisiera», lamentó la espigada morena de ojos verdes, quien describió al pequeño como «un chiquito bien inteligente».

Añadió que le dio su correo electrónico para poder mantenerse en contacto pero que ni él ni su padre le han escrito. «No sé si tengan las posibilidades», reconoció. «(Pero) todavía estoy pendiente. Quiero saber qué pasó con ellos».

Nicaragua fue uno de muchos países que Mendoza pudo visitar como embajadora de la belleza universal, con la misión de llevar alegría a portadores del VIH y enfermos de sida y concientizar a la población en general sobre ese mal.

En un tono más alegre recordó un anécdota en Indonesia, donde tuvo un pequeño problema con la comida.

«Yo no soy muy amiga del picante y cuando fui para Indonesia, donde la comida es bien picante, tenía que comérmela para no ofender a nadie», dijo entre risas. «Todos estaban en la mesa, pendientes de mí cuando agarraba el cubierto y me lo metía a la boca… ¡Nunca había tomado tanta agua como tomé en Indonesia!»

Los viajes son algo que sin duda extrañará una vez termine su reinado, admite Mendoza, quien con su característica picardía dijo haberse malacostumbrado a recibir incontables manifestaciones de afecto.

«Estoy triste porque me malcriaron muchísimo aquí en la oficina (de la organización Miss Universo) y alrededor del mundo. Para donde iba me malcriaban», manifestó. «He estado trabajando por todas partes, viajado lo que nunca pensé que iba a viajar y recibiendo un cariño que nunca había sentido antes de parte de tanta gente».

Desde que se coronó Miss Universo en agosto del 2008, la beldad de 23 años ha estado viviendo en Nueva York, donde le «encantaría» quedarse un tiempo más. Sin embargo, quiere ir a Venezuela «lo más pronto posible» para ver a sus amigos y familia.

Sus compromisos de reina acaban el 30 de este mes, cuando se elija a su sucesora en las Bahamas.

¿A quién le gustaría entregarle la corona?

«A una muchacha que sea auténtica, que sepa lo que quiere, que se dé cuenta que no es (solamente) tener una corona en la cabeza… (sino) que está representando a todas las mujeres de su país y del mundo… Que (entienda que) su trabajo es ser humana, estar contenta, darle sonrisas a la gente, ser humilde».

«Yo quiero darle la corona a una muchacha de buen corazón», recalcó. «No me interesa de qué país sea o de qué religión».

Y, respecto a sus propios planes, la otrora modelo está considerando distintas propuestas de las que no dio detalles y aún no tiene nada escrito en piedra.

Simplemente «me gustaría sentarme en mi casa a ver películas y comer helado y pizza… Quiero vaguear».

Agencia AP.

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