MONTEVIDEO (AP) — Mientras en Uruguay se declaró el lunes día oficial de luto, el mundo literario lamentaba la muerte del escritor, poeta y ensayista uruguayo Mario Benedetti.
«Todo lo que digamos de Benedetti será poco en comparación a lo que él hizo por acercar su poesía a todos los ciudadanos», dijo Angeles González-Sinde, ministra de Cultura del gobierno de España, donde Benedetti residió durante algunos de los años de su exilio. «Hizo de su obra algo muy personal para muchos».
«Mario perdió la batalla, nosotros, sus amigos, sus lectores, también», escribió el laureado Nobel portugués José Saramago en su blog personal. «Restará la memoria, restarán los libros, pero, en este momento, memoria y libros casi nos parecen poco. El dolor y la tristeza no se aliviarán tan pronto».
Asimismo, la Universidad de Alicante, de la que el autor uruguayo era Doctor Honoris Causa, anunció que celebrará un acto de homenaje el próximo 26 de mayo. Benedetti donó a esta institución cerca de 2.000 ejemplares de libros y películas, entre los que se encuentran algunas ediciones de gran valor ya agotadas, de la biblioteca personal de su casa de Madrid.
Los restos de Benedetti eran velados en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo en medio de la congoja del mundo literario y popular, y serían enterrados el martes. «La literatura universal siente un desgarro», expresó el escritor y director de Cultura de la intendencia de Montevideo, Mauricio Rosencof.
«El dolor se dice callando», reflexionó escuetamente Eduardo Galeano, otro de los importantes literatos del Uruguay, amigo personal de Benedetti.
El escritor de 88 años falleció el domingo tras una enfermedad que venía padeciendo desde hacía más de un año, con problemas respiratorios y sangrado de colon por inflamación. Pasó hospitalizado desde el 24 de abril hasta el 6 de mayo, sometido a antibióticos, anti-inflamatorios y suero.
En enero de 2008 pasó casi un mes internado y a partir de allí el deterioro de su salud virtualmente lo enclaustró en su departamento céntrico de Montevideo. Nunca pudo recuperarse bien del golpe que significó la muerte de su esposa Luz López, su compañera por 46 años, quien falleció en abril del 2006.
«La vida es una máquina / para la cual no hay respuestas / ni repuestos», había escrito Don Mario en uno de sus tantos versos que jalonaron su historia de poeta y autor de exitosas novelas como «Gracias por el fuego» y «La Tregua», esta última traducida a varios idiomas y llevada al cine en 1974 por el director argentino Sergio Renán en una cinta protagonizada por Héctor Alterio.
En Cuba, que Benedetti consideraba una suerte de polo ideológico de su vida, el deceso cayó como un balde de agua fría.
«Sus poemas de una estética coloquial han servido mucho a las generaciones más jóvenes para enamorar y para la lectura íntima. Pero, sobre todo, fue un gran cuentista», destacó el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el novelista Miguel Barnet, tras enterarse del deceso.
El autor defendió sin claudicaciones el régimen castrista, con lo que políticamente marcó divisiones.
El periódico oficial Granma afirmó que «las letras lloran» por su pérdida. Y la Casa de las Américas, una de las instituciones culturales más reconocidas del continente y que el mismo Benedetti ayudó a prestigiar, informó que mañana realizará un acto en memoria del narrador.
Benedetti fue galardonado en múltiples ocasiones: Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República, Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Montevideo, Premio Bartolomé Hidalgo a su trayectoria, premio Reina Sofía de España y una distinción del presidente de Chile Ricardo Lagos.
Asimismo recibió el Premio Cristo Boptev de Bulgaria por sus ensayos y poemas. En 1987, recibió en Bruselas el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional por su novela «Primavera con una esquina rota», y en 1989 la Medalla Haydee Santamaría, otorgada por el Consejo de Estado de Cuba.
La semana pasada, el día antes que retornara a su domicilio, Saramago y su esposa Pilar del Río convocaron a leer un poema para darle ánimo.
«Arranquemos sus poemas de la inmovilidad de la página y hagamos con ellos una nube de palabras, de sonidos, de música, que atraviesen el mar atlántico y se detenga, como una orquesta protectora, delante de la ventana que está prohibido abrir, acunándole el sueño y haciéndolo sonreír al despertar», escribió Saramago en su sitio web.
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