En una esquina emblemática de La Candelaria, el barrio bohemio y cultural de Bogotá, un pequeño restaurante está conquistando corazones y paladares. Bajo el liderazgo del chef Charlie Otero, reconocido por su maestría culinaria y raíces en la Costa Caribe colombiana, este espacio celebra los sabores auténticos de varias regiones en un formato único: el desalmuerzo, un brunch que reinventa la tradición.
La inspiración detrás de Charlie: un homenaje a sus raíces
Para Charlie, la cocina no es solo una profesión; es una herencia, un lenguaje y una forma de honrar su tierra. Creció en un hogar donde las recetas tradicionales se transmitían de generación en generación, y donde cada ingrediente tenía un significado especial. Desde niño, las manos de su abuela le enseñaron a respetar el maíz, el plátano y las especias, mientras que su madre le mostró cómo combinar sabores para contar historias en cada plato.
“Cada receta tiene alma”, dice Charlie, mientras relata cómo el aroma de la posta cartagenera cocinándose a fuego lento marcó su infancia. Ese recuerdo es ahora el motor de su trabajo: mostrarle al mundo que los sabores caribeños no solo son deliciosos, sino también representativos de la diversidad y la riqueza cultural de Colombia.
La costa en cada plato
En su restaurante, Charlie ha tomado los ingredientes típicos de la región Caribe y los ha elevado a un nivel que despierta tanto la nostalgia como la sorpresa. Su objetivo no es solo replicar platos tradicionales, sino reinterpretarlos de forma que dialoguen con el mundo moderno sin perder su esencia.
Por ejemplo, las empanadas de posta cartagenera, un clásico de la región, cuentan con un relleno que condensa la dulzura y la intensidad de la carne marinada con especias autóctonas. Desde el Valle del Cauca, las marranitas –un bocado hecho de plátano verde relleno de chicharrón– reflejan el contraste perfecto entre lo crujiente y lo suave, un equilibrio que Charlie le encanta compartir con sus visitantes.
Un sueño llevado a las alturas de Bogotá
Aunque su corazón pertenece al Caribe, Charlie eligió Bogotá como escenario para su restaurante porque considera que la capital es una ventana al mundo. “Quiero que las personas que llegan a esta ciudad se enamoren del Caribe a través de mi comida”, afirma. Cada plato de su carta es un mensaje cargado de identidad y amor por su tierra, pero también un desafío personal por posicionar la gastronomía colombiana en los niveles más altos de la competencia global.
Además, Charlie ve en la gastronomía una forma de crear comunidad. Su equipo de trabajo está compuesto por jóvenes talentos de diversas regiones de Colombia, a quienes impulsa para que crezcan profesionalmente y, al mismo tiempo, aprendan a valorar la riqueza de los sabores nacionales.
Un legado que trasciende la mesa
Más allá del sabor, el restaurante de Charlie es una experiencia cargada de historias y emociones. Es el lugar donde las recetas de la abuela se transforman en propuestas innovadoras, y donde cada comensal puede conectar con el alma del Caribe en cada bocado.
Visitar este rincón en La Candelaria no es solo un deleite para el paladar, sino una invitación a descubrir la magia y la sazón que inspira a Charlie: el deseo de compartir su cultura y mantener viva la tradición culinaria no solo de su tierra natal, sino de Colombia.