Elecciones en Argentina, mucho más que bancas en juego

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Por MAYRA PERTOSSI

BUENOS AIRES — En las elecciones legislativas del próximo domingo, el oficialismo argentino no sólo pondrá en juego la mayoría en la Cámara de Diputados y el Senado sino, y sobre todo, el futuro político del matrimonio presidencial.

Cristina Fernández llega a los comicios de mitad de término con un inusual nivel de desgaste para un presidente con menos de dos años en ejercicio, alimentado por el extenso conflicto con el sector agropecuario –uno de los más poderosos del país– que ocupó buena parte de su primer año de gestión. A ello se agrega un elevado nivel de inflación –no reconocido por el gobierno, lo que pone en duda al resto de las estadísticas oficiales– y los efectos de la crisis global en la economía local.

Además está la alta injerencia de su antecesor y esposo Néstor Kirchner en los asuntos de gobierno, sus constantes choques con la prensa, su poco disimulada intención de mantener su cuota de poder y la fuga de algunos legisladores que fueron sus aliados y ahora acérrimos enemigos.

«Es sorprendente la licuación de poder que ha tenido la administración de Cristina Fernández, comprensible porque se la entiende como una continuidad absoluta de la gestión de su esposo», dijo Jorge Liotti, analista y editor de política del diario Perfil, en un reciente seminario.

Kirchner es el actor clave de la elección, en la que se renovará la mitad de la Cámara de Diputados, de 257 escaños, y un tercio del Senado, de 72 bancas.

Como titular del Partido Justicialista (peronista), el ex mandatario se ha cargado al hombro los comicios, a los que presenta como un plebiscito a la gestión de Fernández. Según Kirchner, se trata de acompañar al «modelo» o volver al «caos», en alusión a la crisis económica y social de 2001, con la que identifica a sus adversarios.

Para capturar la mayor cantidad de votos posible, Kirchner –que es oriundo de la Patagonia– se presenta como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, que representa más de un tercio del electorado nacional.

Lo acompañan el gobernador Daniel Scioli –quien aún no confirmó si asumirá su banca una vez electo– y los alcaldes del «conurbano bonaerense», el cordón que rodea la capital, de raíces peronistas. Son los mismos alcaldes a los que Kirchner denostó en el pasado y de quienes ahora necesita para sostener el llamado «aparato peronista».

En la mayoría de las provincias del interior, el oficialista Frente para la Victoria tiene pocas posibilidades de ganar la elección, según distintos sondeos sobre intención de voto.

Es por ello que, como definió el analista político Luis Tonelli, Buenos Aires es «la madre de todas las batallas».

«En esta elección se pone en juego la capacidad de Néstor Kirchner para retener una masa crítica de poder que le sea suficiente para seguir siendo un actor central de la política. Si Kirchner retiene esa masa crítica de poder, que está concentrada en la provincia de Buenos Aires, sin dudas va a estar en condiciones de pesar en manera decisiva en el ordenamiento futuro del peronismo de cara a la elección presidencial de 2011», comentó Julio Blanck, editor jefe del diario Clarín, en el mismo seminario.

«Por eso cuando Kirchner transforma la elección de medio término en un plebiscito, lo que hace es plebiscitar su propio destino político», añadió.

Pero la contienda se presenta difícil: pese a la lealtad de los alcaldes del conurbano, Kirchner deberá vérselas con Francisco De Narváez, un carismático millonario, del peronismo disidente, al que algunos sondeos le adjudican la victoria y otros ubican por debajo del ex presidente, pero a poca distancia.

Para los analistas, Kirchner necesita ganar por un amplio margen de ventaja para mantener su liderazgo. Si logra una victoria estrecha, sus chances de seguir conduciendo al peronismo y eventualmente regresar a la presidencia en 2011 se verán seriamente afectadas.

«Si (Kirchner) pierde… el poder de Cristina Fernández de Kirchner se diluirá y la presión desde dentro del peronismo será muy grande. Esto probablemente comenzará un proceso de tensión entre los líderes peronistas y el gobierno. A menos que Kirchner triunfe por un margen sustancial, lo que parece muy improbable, será difícil que los Kirchner tengan una oportunidad en 2011», escribió Daniel Kerner, analista para América Latina del Eurasia Group, con sede en Nueva York.

Aún con una victoria contundente en Buenos Aires, es muy probable que el oficialismo pierda la mayoría propia en el Congreso.

Fernández tendría entonces que culminar su mandato con un Parlamento adverso, lo que la obligaría a negociar con la oposición. Y los Kirchner no son muy aficionados al diálogo.

«Las incógnitas que emergen el día después son si el gobierno podrá quedarse solamente con un porcentaje de votos que rondará el 35% a nivel nacional. ¿Puede un gobierno sustentarse políticamente durante dos años y medio más con sólo el 35% y con sectores políticos, sociales y empresariales hoy jugando claramente en contra?», concluyó Liotti.

/Análisis Noticioso de AP

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