Hackers, la pesadilla del registrador Colombiano, Carlos Ariel Sánchez

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El registrador Carlos Ariel Sánchez además de haber puesto un record en entrega rápida de resultados en las elecciones presidenciales de 2010, será recordado por publicar 15 libros, jugar tenis como pocos hombres de su edad y por ser un bailarín al que es difícil seguirle el paso. El hombre que prometió que a las 7:00 de la noche casi todo el país podrá saber quiénes son sus nuevos alcaldes, abrió la puerta de su vida íntima y contó cuál será su peor pesadilla hasta el 30 de octubre de 2011.
Carlos Ariel siempre sale en cámaras en corbata, habla serio, dice lo que es, no evade preguntas de los periodistas y aunque se desespere o esté cansado, parece conservar el mismo rostro eternamente calmado de profesor de toda la vida.
Pero cuando no hay micrófonos, ni tarjetones, ni cédulas cerca, es otro. Le gusta bailar música de la que ponen en diciembre y está abierto a los ritmos modernos, pero sólo para escucharlos. De hecho, dicen que en las fiestas familiares es el que más duro canta ‘La Diosa Coronada’.
Su mes favorito es diciembre porque en esa época vuelve a estar de moda la música de los 60 y 70 con la que se puede quedar bailando toda la noche, a palo seco, porque del wisky para abajo todos los tragos le caen pesados al cuerpo. «No es que me emborrache, es que me generan una especie de alergia», aclara, indicando que los que se inventaron que en la Registraduría había licor durante el preconteo de las elecciones del 14 de marzo de 2010 fueron los que llegaron con los tragos encima.
Como política personal se propuso ser el mejor tenista no profesional que haya existido jamás en la historia colombiana. Por lo pronto se califica como un jugador de seis puntos en una escala de 10 y asegura que si lo hiciera mejor, le tocaría volverse profesional y en la Registraduría hay mucho qué hacer.
DE CHIQUITO
El registrador nació en un pueblo tolimense llamado Purificación, pero tan pronto estuvo bautizado lo llevaron a vivir a Bogotá con su papá empleado de banco -y «finquero de fin de semana»-, y su mamá de profesión mamá de Carlos Ariel. Los mejores recuerdos de la infancia no los tiene ni en Madrid donde se crió, ni en Bogotá donde estudiaba, sino en los paseos de olla, pelota y nadada en río que tenía con sus abuelitos en vacaciones, allá en ese pueblo de clima caliente donde nació.
Su cédula no lo dice, pero nació bajo el signo de Tauro, que los expertos describen como personas que sirven de inspiración para muchos, seres «brillantes». Brillante para escribir 15 libros; ¿y el registrador escribe cartas de amor? «si se hubisen escrito, no se confiesan», responde y suelta una carcajada.
No se sabe si escribe cartas de amor pero sí esta enamorado de su esposa, de quien ama sobre todo que le tiene paciencia y le entiende que a veces trabaja mucho y no duerme casi nada «como (Álvaro) Uribe» comenta alguien, y el se tapa los ojos con una mano y deja salir una risotada larga, pero no dice nada.
– Daniel Samper dice que usted es la Angelina Jolie de los colombianos. ¿Qué opina?
Que es muy remoto lo que dice Daniel Samper, me da risa por eso.
– ¿Liberal vota liberal?
Eso es una antigua consigna.
– ¿Y todavía aplica?
Pues no la he oído ultimamente (risas).
– Si se le pierde la cédula, ¿en cuánto tiempo tiene otra en la billetera?
En unas 12 horas.
Aunque le gusta el tenis y monta a caballo en su finca cada vez que puede, entre esas dos y bailar prefiere la última sin pensarlo más de segundo y medio. No colecciona nada y aunque no es que odie el fútbol, tampoco le apasiona, jamás ha sido hincha ni de la Selección Colombia y verlo sentado viéndose un partido es menos común que descubrirlo escuchando radio.
Tiene ipad, BlackBerry y portatil y ahí se la pasa, cuando le queda tiempo, mirando las noticias y actualizándose con lo que pasa en el país. Él que sabe de música lo dice parafraseando a Héctor Lavoe: «ya no es el periódico de ayer, sino la noticia de hace un minuto».
LO QUE LE TRASNOCHA
Como jefe dicen que es detallista, que es de los que se da cuenta si alguna funcionaria se cambió el peinado o si algún otro se puso un traje de un color que le queda bien. Celebra los cumpleaños de todos pero ninguno jamás ha logrado que haga alguna cosa después de las 7:00 pm que sale de la oficina. Jamás acepta invitaciones a cocteles, que de todos modos ya nadie le hace porque siempre ha dicho que no.
Pero también se le conoce por ser estricto. De hecho lo que lo saca de casillas es ver que alguien trabaje sin dedicación, que no le ponga entusiasmo a lo que hace, que se le vea la pereza, porque de eso él no tiene nada. Sus tres hijos, dos hombres y una mujer, le sacaron lo dedicados y estudiosos a él: uno es economista, la niña está terminando derecho y el pequeño quiere seguir también los pasos de su papá, tan pronto termine el colegio.
Confesó que tiene a cerca de media docena de funcionarios con ojeras, como él, pensando en todo lo que van a hacer para evitar que les saboteen las elecciones. Él sabe que habrá fraude, porque siempre lo hay y sabe que aunque tienen a los mejores expertos en el tema blindando la publicación de los datos, algo malo puede pasar ese día. No se ha soñado con ningún hacker pero sí lo trasnocha la idea de que «sabe que puede pasar pero no es una situación fácil de controlar».
Después de que se va de la oficina, lo que hace en la casa es un misterio. Él dice que llega come, «me pongo a leer algo y hablar algo y ya, se acaba la noche. Para no molestar tanto lo mejor es madrugar. Hay gente que es hecha como para trasnochar, pero en cambio yo me levanto temprano y casi todo lo intelectual lo hago ahí, porque rindo más por la mañana».
De los 15 libros que ha escrito el que más le gusta es Teoría del Acto Administrativo, pero de los demás del mundo su favorito es uno de Simone de Beauvoir porque dijo «una anécdota es más que una constitución».
El registrador quiere tomar su caballo profesional y cabalgar hacia una reelección en su cargo. Ya se presentó a concurso y dependerá de los puntajes que saque en los exámenes y entrevistas que quede él o pongan a otro, porque este cargo a diferencia del Procurador General o del Fiscal General, no se elije por votos si no por meritocracia.

KATHERINE LOAIZA

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