México, México |miércoles 03 abril – por Yussel GONZALEZ – Si la cascada de denuncias de acoso sexual del #MeToo en redes sociales sacudió a México, la muerte de un músico de rock en un aparente suicidio tras haber sido señalado por abuso generó un terremoto.
Armando Vega Gil, músico de 64 años del grupo Botellita de Jerez, fue acusado anónimamente por supuestamente haber acosado a una niña de 13 años. El señalamiento se sumó a una ola de acusaciones contra músicos, académicos, escritores y periodistas mexicanos que había inundado las redes desde marzo.
Vega negó haber cometido abuso alguno y anunció en Twitter la decisión de quitarse la vida tras señalar que en las redes sociales no tenía forma de defenderse.
Su muerte generó fuertes críticas al movimiento #MeToo en México al acusarlo de presuntamente publicar la denuncia sin un proceso de verificación, pero también mensajes de apoyo entre quienes consideran que ante la indefensión de las mujeres frente a sus agresores y el corrupto sistema de justicia mexicano es necesario ese mecanismo de denuncia.
El caso generó opiniones polarizantes que dominaron la conversación en las redes sociales. Algunas de ellas celebraban el suicidio y otras culpaban al movimiento por la muerte del músico.
Una persona en Twitter puso en tono de burla «¿puedes transmitir (el suicidio) en vivo?», mientras que otra escribió con un típico insulto mexicano: «¡chinguen a toda su ‘empoderada’ madre!, ya ocasionaron una muerte, bola de mediocres».
El movimiento #MeToo para denunciar actitudes de acoso y violaciones sexuales no tuvo mucha fuerza en México cuando surgió en 2017 a raíz de una serie de acusaciones contra el productor estadounidense Harvey Weinstein.
Pero en el último mes ha tenido un enérgico impacto en el mundo cultural.
El debate se inserta en una dura realidad en México, donde las mujeres están en riesgo constante de sufrir acoso o algún tipo de violencia psicológica, física o sexual y en donde los casos de feminicidio se cuentan a razón de 7,5 por día, según ONU Mujeres.
«Muy grave que (Vega) se suicidara, no sé si tuviera problemas de depresión y la acusación detonara el suicidio, pero también no podemos desestimar los testimonios de las víctimas», dice a la AFP la activista María Salguero, quien desde 2016 hace un mapa en el que cuenta los feminicidios en el país.
«Las víctimas a veces por temor a ser revictimizadas se escudan en el anonimato. Lo que sí se debe hacer es garantizar que puedan denunciar y que esas denuncias tengan consecuencias», agrega.
La organización Periodistas Unidas Mexicanas, que está detrás de la cuenta de Twitter que denuncia casos de acoso en la prensa, dijo que las denuncias que han presentado «son confidenciales mas no anónimas», pues conocen la identidad de las víctimas y en muchos casos hubo un cruce de información y se recabaron pruebas.
– Más importancia al victimario –
La construcción de un mecanismo para denunciar que tenga resultados no es sencilla. En México más del 90% de los delitos quedan impunes y para las mujeres es difícil enfrentarse al sistema judicial.
La abogada Ana Katiria Suárez conoce de cerca esa realidad pues lleva ante los tribunales casos de agresión y violaciones contra las mujeres.
Suárez aplaudió la iniciativa de #MeToo y acusó que en las críticas al movimiento se busca dar más importancia a quienes son señalados en las redes que a las mujeres que sufrieron abusos.
«Si hablamos respecto a las denuncias que se puedan hacer mal señaladas o mal fundadas pues sería darle otra vez más importancia a la postura del victimario y no de la víctima», dice.
«Nadie se toca el corazón por destruirle la vida a una mujer cuando la tildan de prostituta al haber sido violada», agrega.
La abogada dijo que si una acusación es infundada, la persona señalada tiene las herramientas jurídicas para defenderse en los tribunales.
– «Mentira, morbo y revancha» –
En medio de la discusión, hay quienes piden reflexionar sobre el movimiento #MeToo en México y las consecuencias que ha tenido.
«Encontré entre las narrativas dolorosas y los rasgos de vidas lastimadas por el abuso líneas valientes, reacciones de solidaridad, relatos indignantes y expresiones liberadoras», escribió la veterana periodista Blanche Petrich en una columna para el diario La Jornada.
Petrich agregó que también «hubo denuncias con sabor a mentira, a exageración, a morbo, a revancha».
La activista y periodista Verónica Villalvazo, quien bajo el seudónimo Frida Guerrera ha acompañado a mujeres víctimas de agresiones y ha denunciado varios casos de feminicidio en México, también mostró su preocupación.
«Me da miedo que a alguien se le ocurra querer lastimar simplemente porque se les ocurre», dice Villalvazo en entrevista al añadir que pese a ello, siempre se debe creer a las víctimas.
La periodista Laura Barranco consideró que en la discusión ha quedado a un lado el papel de las autoridades, que son las que deben funcionar para que no quede un acoso impune.
«En todo este ‘tsunami’ de denuncias en redes sociales sobre acoso, violación, abuso en contra de las mujeres, lo que ha brillado por su ausencia es que las autoridades se pronuncien», dijo Barranco durante el funeral de Vega.
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