Las playas tóxicas dejan de ser un secreto en la Bretaña

0
691

Por ELAINE GANLEY

SAINT-MICHEL-EN-GREVE, Francia — Vincent Petit supuso que sería ideal terminar su jornada cabalgando sobre la playa junto a la bahía azul. En cambio, de pronto la tierra pareció tragárselos a él y al caballo como si hubiesen caído en arenas movedizas.

Jinete y equipo fueron succionados por un pozo de fango negro. El caballo murió casi instantáneamente y Vincent cayó inconsciente. El episodio puso de manifiesto un secreto indiscreto que empaña las costas de Bretaña y que pronto reverberó en toda Francia: las algas en descomposición están convirtiendo en trampas mortales algunas de sus mejores playas.

Durante décadas hubo indicios de que algo andaba mal: el cadáver de un hombre que se encontró hace dos décadas en la playa en Saint-Michel-en-Greve, donde murió el caballo, con el brazo que sobresalía de una pila de algas; un limpiador de algas que cayó en un coma de cuatro días hace una década; dos perros que murieron el año pasado sobre una pila de algas secas en una costa a 100 kilómetros (60 millas) al este.

Y después está el hedor, alimentado por los gases tóxicos emitidos por las algas en la bahía, que se adhieren a los zapatos.

Pero a nadie le interesaba ahuyentar a los turistas de este rincón idílico de Bretaña, sobre todo a la poderosa agroindustria —bastión económico de la región_, cuyos fertilizantes con nitrato afectan las algas.

Circularon los rumores, arreciaron las preocupaciones pero prevaleció la postura oficial. Recién la muerte del caballo rompió la barrera del silencio.

Los expertos dicen que las algas en descomposición, en este caso debido a la explotación agrícola intensiva, amenazan otras playas en Francia y en el mundo, desde Estados Unidos hasta la China. Una de las ciudades más pintorescas de Europa cayó víctima de la llamada ola verde cuando el alga ulva (también conocida como lechugilla) asfixió la laguna de Venecia a fines de la década del 80.

El gobierno chino apeló el año pasado al ejército para remover las hojas del agua para que pudiera llevarse a cabo el yatismo olímpico.

Delegaciones de China y de Bretaña se han reunido en uno y otro sitio para consultarse mutuamente sobre el problema y para una posible cooperación, dijo un científico participante.

Francia admitió oficialmente el problema en agosto, cuando un informe ordenado por el gobierno después de la muerte del caballo reveló que concentraciones del tóxico sulfuro de hidrógeno en la playa de Saint-Michel-en-Greves ascendía hasta 1.000 partes por millón (ppm), una cantidad que «puede ser fatal en varios minutos».

Las condiciones son ideales para la propagación del alga ulva en la región Cote d’Armor de la Bretaña: sol, aguas poco profundas y playas planas. Los fertilizantes químicos y naturales como excrementos de cerdos, sumados a nitratos y fósforos, han saturado la tierra con cócteles químicos que desembocan en los ríos y se vierten en el océano, para ser engullidos por las algas, que después proliferan.

Inofensivas dentro del agua, una vez en tierra las algas producen gases tóxicos, en particular sulfuro de hidrógeno, al fermentar. Se forma una costra blanca que atrapa los gases, y éstos son despedidos cuando se rompe la cubierta que los rodea, como por ejemplo si alguien la pisa. Con el tiempo, las algas putrefactas convierten la arena en un cieno viscoso negro, a veces con bolsones de gases venenosos.

Rene Ropartz, alcalde de Saint-Michel-en-Greve, donde murió el caballo, dice que el pueblo de 480 residentes había despejado 10.000 toneladas de algas para fines de julio de la playa de 1,7 kilómetro (1 milla) al pie de la Bahía Lannion. Hace varios años habían limpiado 21.000 toneladas. Calcula que el costo de limpieza este año ascenderá a 150.000 euros.

«Tenemos un lugar particularmente hermoso. Esta bahía es magnífica y, lamentablemente, esto empaña su imagen», afirmó el alcalde, que nació aquí. Observó que donde alguna vez hubo seis hoteles ahora hay uno solo. De todos modos, la muerte del animal en la playa del pueblo demuestra que «ya no quedan dudas» sobre el papel pernicioso de las algas y, por lo menos, movilizó al gobierno. El primer ministro François Fillon visitó Saint-Michel-en-Greve el 20 de agosto y prometió ocuparse del problema para la próxima primavera.

El primer ministro no visitó la playa de Grandville en Hillion, un paisaje lunar hediondo que mira al Canal de la Mancha en el extremo oriental de la región de Tregor.

Allí, donde murieron los perros, las algas en putrefacción han convertido la arena en un lodo negro, matizado por ciénagas verdes y cúmulos de costras de algas en descomposición. El olor del sulfuro de hidrógeno satura el aire.

Algunos vecinos visitan ocasionalmente las playas donde jugaron de niños. «En el pasado uno podía nadar aquí. Ya no es más una playa sino un vaciadero de basura», se lamentó Andre Ollivro, uno de los fundadores del grupo Detengan la Ola Verde, una de varias organizaciones ecológicas que durante décadas han emitido advertencias ante la resistencia indignada de los agricultores locales.

Este mes, alguien depositó en su puerta delantera tres hatos de heno de 300 kilogramos cada uno. Una vez le arrojaron una pila de excrementos de animales en el jardín y dijo que hace poco le enviaron la copia de una página de defunciones del diario regional Ouest-France.

El jinete de 28 años, que acaba de completar sus estudios de veterinaria, dijo que él y su monta, Sir Glitter, que había sido caballo de carreras, fueron succionados súbitamente en el lodo negro cuando buscaba un sitio para vadear un arroyo que atraviesa la arena antes de desembocar en el océano.

Petit recuerda que el animal murió segundos antes de que él se desmayara. Lo sacaron rápidamente con la pala de una topadora después que uno de los hombres de limpieza dio la alerta.

Una autopsia reveló que el caballo murió de edema pulmonar agudo con síntomas «compatibles con intoxicación gaseosa de manera brutal», dijo Petit, citando el informe. Agregó que no había cuerpos extraños en la garganta, pulmones o estómago del caballo ni indicios de ataque cardíaco.

Dejar respuesta