Por FREDDY CUEVAS
TEGUCIGALPA — El presidente interino Roberto Micheletti afirmó el sábado que Honduras resiste «con orgullo» el aislamiento de la comunidad internacional, mientras el mandatario depuesto Manuel Zelaya abandonó inesperadamente el hotel que habitaba en una localidad nicaragüense con rumbo desconocido.
El presidente interino Micheletti reiteró su fe en la mediación del presidente costarricense Oscar Arias en la crisis política, al tiempo que se informó de la muerte de un segundo partidario del mandatario destituido.
Micheletti reafirmó su disposición de revocar la visa a los diplomáticos estadounidenses acreditados en Tegucigalpa en reciprocidad a que Washington quitó ese documento a cuatro funcionarios hondureños, entre ellos el ministro de Defensa, Adolfo Sevilla, y el presidente del Congreso, Alfredo Saavedra.
«Ese es un derecho que tenemos porque ésta es nuestra tierra… y no es posible que nadie, por muy poderoso que sea, venga a indicarnos lo que tenemos que hacer o venga a humillarnos», subrayó.
Sobre la decisión de la Organización de los Estados Americanos, OEA, de expulsar de su seno a Honduras por el derrocamiento del Zelaya el 28 de junio, el gobernante interino afirmó a la cadena local de radio HRN: «nos sacaron de la OEA para doblegarnos, pero nadie nos doblegará porque contra Dios no hay nadie, ni país poderoso; tampoco contra la voluntad de un pueblo que defiende su Constitución».
En cuanto al diálogo emprendido hace tres semanas por Arias, Micheletti lo calificó de «esperanzador» y anunció tener «mucha fe» en el proceso y en un elogio a Arias dijo, «seguimos creyendo que él es un hombre correcto y justo, que actúa con imparcialidad en este caso».
Micheletti solicitó a Arias enviar una comisión a Honduras a constatar lo que ocurre en el país, la cual podrían formar el secretario Iberoamericano, el uruguayo Enrique Iglesias y representantes de Panamá, Colombia, El Salvador y Guatemala.
Micheletti suspendió el viernes el toque de queda en casi todo el país que mantuvo por 33 días, a excepción de la zona fronteriza con Nicaragua.
«Esa situación solo está vigente a lo largo de la frontera con Nicaragua, que vigila la policía y el ejército y donde Zelaya pretende formar una guerrilla para recuperar el poder», dijo.
La policía desalojó con gases lacrimógenos las manifestaciones callejeras de los dos últimos días de partidarios de Zelaya en Tegucigalpa y tres importantes ciudades del país. Arrestó a más de 100 de ellos.
Uno de los manifestantes murió el sábado en un hospital público de Tegucigalpa, según dijo en rueda de prensa el dirigente magisterial Sergio Rivera. Dijo que fue un educador herido de bala el jueves en una acción de apoyo a Zelaya.
Es el segundo manifestante fallecido en circunstancias similares.
En Ocotal, Zelaya desalojó poco antes de la medianoche del sábado el hotel que habitaba casi completamente con su comitiva, sin informar el motivo de la salida o su próximo destino.
La administradora del hotel Frontera en Ocotal, Vicenta Ortez, informó el retiro de Zelaya y su gente.
Horas antes, Zelaya dijo que dijo que la muerte de los manifestantes no será en vano, y alentó al pueblo hondureño a resistirse al gobierno de facto.
«Les puedo decir desde aquí a los diferentes miembros de la sociedad hondureña que se levanten en contra de la represión, pues la sangre que están derramando (los miembros del gobierno de Micheletti) no va a ser en vano», dijo Zelaya, en un discurso ante un grupo de simpatizantes. «Vamos a luchar hasta lograr rescatar el orden constitucional».
El presidente depuesto recibió a simpatizantes y se reunió con asesores en el hotel, para después abandonar el hotel con rumbo desconocido de inmediato.
Por su parte, Micheletti reanudó sus críticas al presidente venezolano Hugo Chávez.
«Honduras dijo adiós a las actitudes pro comunistas que intentaron llevar al país al caos y al comunismo del siglo XXI, que protagoniza Chávez con los dólares que son del pueblo de Venezuela y no de él», acotó.
El canciller designado Carlos López instó a los embajadores y cónsules en el exterior, especialmente de Estados Unidos, a rescindir los contrato de arrendamiento de sus oficinas «ante la necesidad de retornar al país».
La determinación la adoptó luego que la canciller de Zelaya, Patricia Rodas, pidió a esos diplomáticos definir si estaban a disposición del derrocado presidente. Si no era así, los amenazó con destituirlos.
Washington no reconoce a los diplomáticos nombrados por Micheletti.
Entretanto la presidenta del Parlamento centroamericano, la hondureña Gloria Oquelí, dijo a periodistas que «los golpistas ya están desesperados porque hay un pueblo que los derrotará sin machetes, ni pistolas ni ninguna arma».
Oquelí es seguidora de Zelaya, quien designó a Carlos Eduardo Reina «comandante» de un «ejército popular» que anuncio formará en Nicaragua.
En Managua, el ex embajador nicaragüense en Washington, Carlos Tunnermann, en declaraciones a la AP el sábado criticó las actividades de Zelaya.
«Zelaya abusa de la hospitalidad nicaragüense…porque está poniendo en riesgo la paz y genera condiciones para que Nicaragua se vea envuelta en una conflagración», agregó Tunnermann, disidente del sandinismo.