El Petro que quieren casi todos los colombianos

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Por Guillermo Romero Salamanca -.  Vivía el maestro Álvaro Velásquez, el autor de “El Preso” y hablábamos en una cafetería del parque Berrío de Medellín sobre la música colombiana y en especial del porro.

–Cómo te parece hombre Guillermo, que Noel Petro, antes de meter su requinto eléctrico a su conjunto, hizo muchas canciones con orquestas y grabó, por ejemplo, “Juan Onofre” del maestro manizaleño Guillermo González Arenas. Eso le quedó espectacular: “Por ahí viene Juan Onofre, con su facha sin igual, caminando muy derecho y sin dejar de cantar. A cualquier hora del día, cogimos a Juan Onofre que entona su melodía y repite sin cesar: ¿Dónde están los pajaritos? En aquel árbol están, todos ellos se volaron, en un tiempo volverán”, decía el inolvidable maestro.

Tiempo después, en una tertulia en la casa del periodista Lázaro Vanegas, estaba el maestro Noel y le recordé que en Medellín era un “hit” su canción de Juan Onofre, la de los pajaritos. Noel no se acordaba.

Claro, en ese momento, Noel Esteban Petro Henríquez, llevaba más de 50 años en el mundo de la música. El maestro nació en Cereté, Córdoba, el 19 de marzo de 1933. Él siempre ha dicho que es de “Sapo Muerto”, para ser más preciso y hasta allá envía sus mensajes típicos como “Mamá, mamá, estoy triunfando”.

Sus años de éxito ocurrieron a finales de los sesenta. Eran los tiempos de furor del rock y a Noel le pareció que podría hacerles contrapeso a los grandes músicos ingleses y americanos, tocando requinto eléctrico. Era, para ser sinceros, el único que lo hacía y con él grabó un álbum con canciones como “La ola dos mil”, “Cereté y la calumera”, “La gallina java”, “La reina del Sinú”, “Zapato blanco”, “La pelitera”, “La reina del monte”, “Azucena” y “Cabeza de hacha”.

Esos dos últimos fueron sus grandes éxitos para arrancar con su nuevo estilo. “Azucena” sólo decía una frase: “Oye Azucena linda, si quieres darme un beso, tus ojos me enamoran, tu amor me tiene preso” y lo repitió unas ocho veces, pero con eso logró darse a conocer en Colombia y Venezuela.

“Cabeza de hacha” fue el segundo hit de Noel Petro. “Tras innumerables investigaciones he descubierto que esta canción es una zamba del argentino Cristino Tapia, quien la escribió en 1921 bajo el título de “La Tupungatina”, es decir, original de la municipalidad de Tupungato, Mendoza y fue grabada por Carlos Gardel, acompañado por las guitarras de José Ricardo y Guillermo Desiderio Barbieri”, recordó el investigador Fernando Ríos.

Noel le hizo algunos cambios al ritmo, a la letra y le salió bien: ya me voy de esta tierra y adiós, buscando yerba de olvido olvidarte, a ver si con esta ausencia pudiera, en relación a otros tiempos olvidarte. He vivido soportando martirios, martirios, jamás debo de mostrarme cobarde, arrastrando esta cadena tan fuerte, hasta que mi triste vida se acabe”. 
Eran ya los años setenta y Noel, apoyado por un grupo de periodistas, se lanzó con un amor imposible con Claudia de Colombia, la cantante número uno en el momento y a la cual, Noel le seguía la pista, pero ella, no le prestaba atención.

Entonces recurrió al tema “Me voy pal salto” con letra de Gabriel Viñas y la música del maestro Alfonso Garavito Wheeler, hermano del gran Milciades, compositor de pasillos y bambucos. Los asesores musicales sabían que existía ese tema, en algún anaquel del olvido, porque ya lo había grabado la orquesta de Eduardo Armani, pero que no había pasado nada.

“Me voy pal salto mi vida, pero no es para suicidarme, ni a que me tomen retratos antecitos de matarme”, decía la canción y se convertía en un hit del momento, porque además, muchos despechados tomaban el camino de Mesitas y se lanzaban al precipicio del Tequendama.

Una portada de la revista Antena aparece en calzoncillos Noel Petro, en el propio sitio de humillaciones. Después le dedicó a Claudia, “La reina de Las Cruces”, haciendo referencia a un barrio de Bogotá, donde vivió Gladys Caldas cuando era joven y, supuestamente, allí la habría conocido el burro mocho.

A medida que Claudia era famosa, Noel se pegaba de ahí para darse popularidad, además, era arriesgado en el tema de las faenas taurinas y ofrecía espectáculos con lidia y canciones. Incluso es el único torero colombiano, que se lanzó al ruedo en Argentina, donde no era muy popular el arte de Cúchares.

En Colombia alternó con grandes matadores y anduvo de pueblo en pueblo cantando e interpretando su requinto. Un gran maestro. A Petro lo quiere casi todo el país, menos una persona: Claudia.

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