Por JULIE HIRSCHFELD DAVIS
WASHINGTON — Una semana antes de sus audiencias en el Senado, los republicanos están fracasando en sus esfuerzos por descarrilar la nominación de Sonia Sotomayor a la Corte Suprema, incapaces de convencer a la opinión pública sobre su presunta incapacidad para el puesto.
Culpe de ello a la delicada política de oponerse a quien sería la primera juez hispana —es descendiente de puertorriqueños— en la historia del país en llegar al máximo tribunal, especialmente para un partido que lucha por ampliar su base de miembros y cuyo principal portavoz en el caso de Sotomayor tiene antecedentes de acusaciones racistas.
Añada a eso la imposibilidad matemática de que los republicanos puedan reunir los votos suficientes con el fin de rechazar a la primera nominada por el presidente Barack Obama a la Corte Suprema, y tendrá una receta para una respuesta débil.
Los activistas conservadores se han percatado de ello y están descontentos.
«Demasiados republicanos y conservadores hicieron planes para perder en lugar de para ganar» el debate en torno a Sotomayor, dijo Tom Fitton, del organismo activista Judicial Watch. Su grupo ha implementado una firme oposición a que la juez de un tribunal federal de apelaciones llegue a la Corte Suprema.
Aproximadamente la mitad de los republicanos en el Senado están dispuestos a plantear preguntas importantes en torno a Sotomayor, y hay «una minoría de buen tamaño que —en parte porque ella es hispana— simplemente quieren que esto (la nominación) sea cancelado», dijo Curt Levey, del Comité de Justicia.
Los grupos conservadores han buscado convencer a los republicanos en el Senado de que pueden beneficiarse políticamente si se oponen con firmeza a la nominación de Sotomayor. Pero muchos de sus líderes se quejan de que el mensaje para bloquearla no está prosperando.
Durante confrontaciones recientes, algunos activistas le han dicho a los senadores republicanos: «No descarten aún otro asunto de la agenda conservadora cuando se trata de uno exitoso para ustedes. A la base de votantes que los eligió les importa esto (el caso de Sotomayor) y también debería importarles a ustedes», dijo el ex representante republicano David McIntosh, que está asesorando a algunos grupos externos en torno a la nominación de la juez. «Me parece que fue un mensaje franco».
Existen buenas razones para que los republicanos estén demorando lanzar más ataques, preguntándose cuál puede ser su mejor enfoque para oponerse a una nominada considerada ampliamente como una persona capacitada para ocupar el puesto, y cuyos fallos emitidos en el pasado dificultan encasillarla como una promotora de valores liberales.
Los republicanos sólo tienen derecho a 40 votos en el Senado, bastante menos de la mayoría que necesitarían para derrotar a Sotomayor o para mantener un esfuerzo duradero encaminado a bloquear una votación final donde sea confirmada al puesto.
E incluso si pudieran estancar la nominación de Sotomayor, es evidente que muchos republicanos no consideran políticamente prudente oponerse a una mujer hispana, dado el bajo nivel que ocupa el Partido Republicano en las urnas y sus esfuerzos por atraer a las mujeres y a las minorías. Tradicionalmente esos grupos han evadido al partido.