Samuel Finley Morse: Pintor de nacimiento, inventor por necesidad

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1828

Bogotá.- La vida de Samuel Finley Breese Morse era la de un pintor. Un día de 1825, mientras hacía un retrato de Marie-Joseph Paul Yves Roch Gilbert du Motier, conocido sencillamente como el marqués de La Fayette, uno de los personajes más destacados de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y las Revoluciones de 1830, cuando le llegó un mensajero para decirle que su esposa, Lucrecia Walker estaba enferma.

En esa época la correspondencia se hacía con ágiles jinetes, que a toda velocidad, llevaban los mensajes de un lado a otro.

Al día siguiente le llegó otra misiva, esta vez de parte de don Jedidiah Morse, su padre, quien le anunciaba la muerte de Lucrecia.

Dejó el trabajo y emprendió el regreso a su casa en Nueva Haven, Connecticut, pero cuando llegó, ella ya estaba 3 metros bajo tierra. Afligido por el hecho, Samuel Morse pensó que habría que inventar algo para que las noticias no se tardaran días en llegar, sino que fueran inmediatas.

Cuanta la historia que luego de sus segundas nupcias, el pintor viajó a Europa y en una conversación en el barco escuchó sobre las realidades del electromagnetismo, tema que desconocía Morse por completo, pero comprendió que se podrían enviar mensajes con pulsos de corriente eléctrica.

A su regreso comenzó a ensayar y les habló a dos amigos: Leonard Gale, que tenía dinero para comprar implementos y Alfred Vail que era un experto mecánico. Los tres, a punta de engranajes de reloj y pequeñas baterías, lograron los primeros golpes eléctricos. Estaban felices, pero debieron esperar 7 años para hacer la primera comunicación. Se realizó el 24 de mayo de 1844. La distancia de 60 kilómetros entre Washington y Baltimore fue más que suficiente y el mensaje que se envió fue “Lo que Dios ha creado”.

Morse tenía 51 años en ese momento. Había nacido el 27 de abril de 1791 en Nueva York, ciudad donde también moriría el 2 de abril de 1872.

Su golpeteo cambió el mundo de las comunicaciones. Después de la imprenta, seguía el telégrafo que abrió las puertas también a otros medios de comunicación. Existe una controversia, si él fue quien creó el alfabeto morse, compuesto por puntos y rayas. Es decir, impulsos cortos y largos. La palabra “amor” se escribía ahora así: .- — — .-. .-.-.

Aseguran que el real gestor del alfabeto fue Alfredo Vail, pero también dicen que nunca reclamó su autoría.

Lo cierto es que fue la Western Union la empresa que se dedicó a enviar telegramas. Atrás quedaban los caballos y los ágiles jinetes. En 10 años, en los Estados Unidos más de 37 mil kilómetros se encontraban cableados.

Después de conseguir la fama, Morse no soportó la migración irlandesa a los Estados Unidos, odiaba de sobre manera a los católicos y en especial a los jesuitas, lideró campañas para atacarlos, incluso se postuló para la alcaldía de Nueva York con el partido Nativista, pero sólo sacó 1496 votos.

Se fue a estudiar a Europa y a su regresó volvió a su trabajo original: pintar y a dictar clases a practicantes.

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