Tour 2020 con vinos de Francia: 2a etapa, Saint Emilion (Grand Cru Classé, Chatêau Jean Faure 2009)

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Londres.- Por Juan Carlos Rincón .- Con la llegada de la montaña al Tour de France y el regreso del clima benigno, tanto en Niza como en Londres,  me entró el dilema existencial: Con qué vino continuar este recorrido informativo por los viñedos franceses y sus regiones y denominaciones emblemáticas sin herir susceptibilidades entre críticos y especialistas?.

Cómo se trata de un viaje personal y una selección comprehensiva de vinos asequibles que he apreciado con inmenso plácer, me decidí por Burdeos, una región muy anclada en mi corazón y en la que convergen armónicamente en su ribera derecha dos poblados mundialmente famosos; Pomerol y Saint Emilion. Descorché entonces para almorzar en el jardín de mi casa una botella de Château Jean Faure de la cosecha 2009, una de las más extraordinarias de este siglo. Emocionante!…como la segunda etapa del Tour ganada por el francés Julian Alaphilippe (nuevo líder) y en la que fueron protagonistas los ciclistas colombianos. En la tabla general figuran hoy Sergio Higuita (4°), Esteban Chaves (6°) y el campeón Egan Bernal (8°).

Mi gusto vinícola es ciertamente ecléctico porque mi espíritu descubridor me impide encasillarme con una sola variedad o tipo de vino. Pero dentro de mis favoritos siempre -desde que mi padre me inició en los vinos hace medio siglo- han estado los Saint Emilion y el histórico Burgo medieval, su gente generosa y mis amigos productores y sus viñedos magníficos, tienen una energía y fuerza vital difícil de encontrar en otro lugar del mundo.

Château Jean Faure es un Grand Cru Classé de Saint Emilion; una perla escondida, un vino histórico de alto vuelo que comparte las características ideales de sus hermanos mayores los Primeros Grand Crus.

Cru es el termino que en Francia define a los vinos de calidad superior provenientes de viñedos determinados, principalmente en las regiones de Burdeos, Borgoña, Alsacia y Champagne. De acuerdo al nivel y a las regiones tienen diferentes niveles de clasificación. La expresión también es usada en Alemania y en Italia, donde se aplica a un grupo selecto de 30 vinos que sin embargo no incluyen esa noción en su etiqueta.

El vino de Château Jean Faure tiene estructura compleja, frescura aromática, fuerza frutal, fragancia (bouquet) especiada, acidez armónica, fondo mineral y elegancia y persistencia en boca. Es fruto de la genialidad de su apasionado propietario Olivier Decelle, quien adquirió en 2004 esta bodega descuidada siguiendo el consejo de su amigo Jacques Boissenot, el sabio y tímido enólogo de los vinos más ilustres de Burdeos, los Châteaux Lafitte, Mouton Rothschild, Margaux y Haut Brion, entre otros.

Boissenot murió en 2014 pero inspiró a Decelle, heredero de la famosa compañía de alimentos congelados Picard, a renovar completamente la propiedad, ubicada en la meseta geológica excepcional de gravas de arcilla calcárea y arenas ferruginosas que comparte con el ilustre Château Cheval Blanc (a 100 mts de distancia) y sus vecinos de Pomerol.

Luego de diferenciar las parcelas y para ayudar con la capacidad del suelo de retener la cantidad correcta de agua, se agregaron varias toneladas de piedras a los viñedos. Además se construyeron nuevos canales de drenaje, se aplicaron técnicas de agricultura orgánica y se instalaron modernas cuvas de concreto de diferente volumen para perfeccionar la vinificación. En 2012, el progreso de calidad de Château Jean Faure fue recompensado y se le catalogó oficialmente Grand Cru Classé, la segunda escala en los vinos de Saint Emilion.

Despertar de un gigante

La propiedad de 18 hectáreas, ubicadas en un sólo terreno alrededor del Château en el que habita su propietario, tiene una de las mayores concentraciones plantadas de Cabernet Franc (54%) y Malbec (6%) en Saint Emilion. Cabernet Franc es la uva mágica de los mejores Saint Emilion y son afortunados y minoritarios los que tienen esta proporción tan alta en una denominación en la que reina el Merlot; Cheval Blanc, Ausone, Trotte Vieille y Figeac, son los consagrados. El Malbec es además una cepa casi desaparecida en la región.

En la famosa guía Féret sobre los vinos de Burdeos clasificados por mérito, Jean Faure era ya reconocido en 1893 como un “Primer Cru” y destacaba que la finca tenía varios tipos de suelo “donde se encuentran las mejores proporciones para el cultivo de la vid”. Ni la superficie ni la calidad de los viñedos ha cambiado y hoy, con plantas de 40 años en promedio y algunas de 60, permite obtener vinos de muy alta calidad y delicadeza, de la mano de la Directora técnica Marie-Laure Latorre, a la que luego de una década realizando a su lado las vinificaciones, Olivier Decelle, delegó la responsabilidad. Es interesante anotar que varios de los mejores vinos Grandes Crus de Saint Emilion son vinificados por enólogas mujeres y la característica común es su elegancia y equilibrio.

La botella de hoy me lo volvió a confirmar. Es de una cosecha maravillosa (2009) y conserva un excelente color violáceo, desprende aromas de fruta roja compotada y en el paladar es envolvente y fresco y persiste por más de medio minuto después de tomarlo. Si ustedes notan la etiqueta dice Grand Cru que significa que este vino es anterior a la  promoción de Château Jean Faure a Grand Cru Classé. Desde ya demostraba que merecía ese rango. La jerarquía en Saint Emilión se examina y revisa cada 10 años y desde 2012 establece 18 Primeros Grand Cru Classés y 64 Grand Cru Classés. En la base de la piramide de calidad hay más de 900 vinos clasificados Grand Cru.

Por preferencia e interés en apreciar la evolución de los Grandes Vinos, trato de añejar como mínimo 10 años los Crus del nivel de Jean Faure. La bodega recomienda empezar a beberlo después de los primeros cinco años y considera que se expresa mejor hacia los 10. Esa era mi idea inicial pero luego de la segunda copa y una hora de aireación, creo que incluso habría podido esperar hasta el 2025.

Pero “la ocasión cautiva al degustador”. Armonizó perfecto esta tarde con nuestro filete de cerdo en salsa agridulce acompañado de papas al vapor salteadas en mantequilla y romero y una ensalada fresca de tomates, pepinos, aceitunas negras y repollo, cubiertas con salsa griega de Tzatziki, y una pizca de pimienta roja y aceite de oliva. Luego de la experiencia, creo que es un vino que debería resaltar aún más con un cordero a la brasa, un bistec e incluso con un pescado fuerte como Atún y platos asiáticos especiados como algunos de las cocinas Tailandesa e India. Pero el tercio de botella que me faltó consumir no puede esperar más allá de esta noche.

 

Tomado del Blog «Mi Rincón», de nuestro colaborador habitual Juan Carlos Rincón (www.blog.rincondecata.com)

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