Tour 2020 con Vinos de Francia; Etapa 6: Saint Emilion Grand Cru (Chatêau Val d’Or 2000)

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Londres.- Por Juan Carlos Rincón.- Philippe Bardet es un excelente viticultor y una personalidad singular en Saint Emilion; dinámico miembro de su histórica Cofradía de La Jurade -data de 1199 y los Caballeros de la Orden de la Cruz de Malta-, inventor, activista en la defensa del medio ambiente y la preservación del equilibrio del ecosistema de la región, y Presidente del Sistema de Gestión Ambiental de los Vinos de Burdeos. Es un productor que predica con el ejemplo y aplica las técnicas más innovadoras en las cuatro propiedades de la familia, todas ellas clasificadas Gran Cru de Saint Emilion.

Debo advertir que a pesar del apellido común, Philippe no tiene relación directa con el buen ciclista francés Romain Bardet del equipo AG2R-La Mondiale, subcampeón del Tour de France 2016, Campeón de la Montaña el año anterior y hoy noveno (9°) en La Grande Boucle. Pero…el papá de Romain Bardet se llama igualmente Philippe!

Como comenté en la segunda etapa el domingo anterior, en Saint Emilion los vinos Grand Cru están en la base de la piramide de calidad. Son más de 900 que aspiran cada diez años que se revisa el escalafón a ingresar en el Top-100 y agregar a su etiqueta la palabra Classé que les dará mayor estatus, mejores precios de venta y un reconocimiento internacional de primer nivel. Para el placer de los consumidores y sus cavas, son los vinos de mejor calidad/precio (a partir de US$20) de la famosa región vinícola que en la época medieval fue cruce de rutas de los peregrinos cristianos del Camino de Santiago.

La competencia es permanente y obliga a buscar la mejor calidad y producir vinos frescos, vibrantes y con capacidad de guarda, provenientes de los terrenos con menor calidad, aquellos que no están en las mesetas calcáreas sino en las partes planas donde los suelos tienen más arena de grava y una cantidad de arcilla menos importante. Otra característica fundamental es que las viñas son cosechadas mecánicamente y no a la mano -proceso más selectivo y costoso- como es obligatorio para sus hermanos mayores los Crus Classés. Es realmente la opción más favorable para encontrar “perlas raras”.

Entre ellas está el vino de Château Val d’Or, el más antiguo y particular de los viñedos Bardet porque se encuentra en la comuna de Vignonet, la zona plana cercana al río Dordoña, en el extremo suroeste de la denominación geográfica y vecina de Castillon y sus vinos Côtes de Bordeaux, como el Château D’Aiguilhe disfrutado con la etapa de ayer .

Vignonet fue hasta finales del siglo XIX un importante puerto comercial de vinos y era una parada obligatoria en el camino hacia el puerto de Burdeos y los destinos extranjeros, pero el desarrollo de la red ferroviaria acabó con las rutas fluviales para transportar el vino. La familia Bardet, originariamente de barqueros, se convirtió entonces en viticultora.

Propiedad centenaria

El Château du Val d’Or (su nombre fue luego simplificado a Château Val d’Or) está en la zona de Cale, en Vignonet, y sus viñas se extienden en una superficie de 14 hectáreas sembradas en un 80% de Merlot, 15% de Cabernet Franc y un 5% de Cabernet Sauvignon. El promedio de edad de los viñedos es de 30 años, es decir en plena madurez de producción, y una parte supera los 50 años, que es el momento en que ofrecen la mayor complejidad y fuerza. De este vino se producen 60.000 botellas anualmente y es el origen de la saga familiar y de los viñedos Bardet.

Lo fundó hace un siglo (1920) en la zona de Cale en Vignonet, Henri-Gabriel Bardet, un comerciante en vinos. Al mismo tiempo su hermano Ernest emigró a Chile, donde fundó una nueva familia latinoamericana. Henri-Gabriel, con la ayuda de su único hijo, Roger, compraron en 1962 nuevas parcelas de tierra, incluído el Château Pontet-Fumet. Los valores y la pasión por la viticultura y el respeto por el terruño los continuó su hijo mayor, Philippe, a quien conocí en Saint Emilion en agosto de 2006 durante una de mis visitas anuales a la región.

Philippe es un compendio perfecto de bonhomía y genialidad. Cuando nos encontramos en sus viñedos me explicó con sapiencia sus consideraciones para obtener lo mejor de suelos demasiado pobres, las técnicas respetuosas del entorno ambiental, su convicción en la agricultura ecológica y su credo personal de reducir rendimientos para producir calidad y no cantidad. Había empezado a disminuir el número de botellas para aumentar la complejidad y elegancia de sus vinos. Un ejemplo: de Château du Val d’Or se producían a fines del siglo pasado 120.000 botellas anuales, hoy la mitad; en parte por voluntad de Philippe y también por causa del cambio climático debido al calentamiento global que afecta severamente a las viñas de Merlot y en especial a las que no están plantadas en suelos calizos.

Ya había degustado antes varios de sus vinos, incluído un excelente Côtes de Castillon elaborado a partir de viñedos antiguos (Château Savoie) que me emocionó sobremanera durante la Cata de Vinos de Burdeos del año 2000 para la BBC; un vino realmente superlativo nacido de las mejores parcelas de la meseta cálcarea colindantes con Saint Emilion. Entendí entonces, directamente de Philippe, el porqué de esa botella inolvidable.

Phillippe vendió luego esa propiedad y otras en Castillón para concentrarse en Saint Emilion. Entonces compró en 2008 el Château Franc Le Maine y luego en 2013 el Château du Paradis que antiguamente fue de la familia. Hoy es su residencia particular junto a su esposa Sylvie y sus jovenes hijos Paul-Arthur y Thibault (que conocí hace seis años en Burdeos y están hoy al frente de los viñedos), y Alice, que habla perfectamente español (vivió en Argentina) y este año comienza en un mes a hacer la vendimia con sus hermanos.

Château du Paradis (Castillo del Paraíso, en español) es una finca de 5 hectáreas vecina de Val d’Or, a lo largo del Dordoña sobre un montículo pedregoso ligeramente más alto que el nivel del río. Ello lo protege y ayuda a mantener sin extremos las temperaturas suaves de la ribera en verano e invierno.

Artística y única, honra al río Dordoña y la historia de los viñedos Bardet.

Su terreno de grava, arcilla y arena arrastrada y depositada por el río, absorbe el calor durante el día y lo refleja por la noche mientras madura la uva. Según Philippe, esta circunstancia particular “refuerza la concentración, complejidad y elegancia aromática de los vinos”.

Porta una llamativa e inusual etiqueta que honra la relación histórica del río Garona con los viñedos Bardet. Es el único de sus vinos que no he catado pero estoy cordialmente invitado a conocerlo y disfrutarlo relajado en familia.

Estirpe revolucionaria

En los años ochenta, Philippe Bardet empezó a innovar e invertir sus propiedades con el objetivo de respetar el medio ambiente. Hoy, todas las bodegas están equipadas para emplear energía geotérmica; utilizan así un recurso natural renovable mientras que el río es una fuente de energía sostenible. A su vez, los residuos se eliminan con un impacto ambiental mínimo.

En el caso de las viñas, se cultivan bajo el principios de la agricultura racional; con un mínimo de fertilizantes, baja densidad de plantación y respeto del entorno ambiental para preservar el ecosistema en el área de las propiedades familiares. Y en el momento final, los vinos se elaboran en cavas que se lavan con cal y se airean aprovechando la humedad natural, sin recurrir a métodos mecánicos.

Pero además, Philippe es inventor y patentó una ingeniosa maquina para seleccionar las mejores uvas luego de cosechadas, con base en la densidad específica de las bayas. Como la maduración de la vid no es la misma en un viñedo, ni en la planta e incluso dentro de un mismo racimo, las uvas tienen distintos grados de madurez y ello afecta la calidad del vino.

La densidad de la uva aumenta durante la maduración cuando crece su concentración de azúcares, y por ello es esencial cosecharlas y prensarlas en su estado óptimo de madurez.

El mecanismo diseñado por Philippe a partir de aparatos empleados en la industria de frutas, selecciona por flotación -en una corriente de agua continua- las uvas buenas de las inferiores y elimina los palillos y restos de los racimos. El método ha sido exitoso para aumentar la calidad de su producción y la de otros centenares de pequeños propietarios sin los recursos de las bodegas famosas que en busca de esa precisión de cada uva, utilizan mecanismos de selección óptica y las mesas vibrantes de selección manual con una decena de personas (en su mayoría mujeres que son más precisas) separando la mala uva y el palillo portador de sabores astringentes.

La jugada de Thibault

Los genes creativos de Philippe ya tienen heredero. Su hijo Thibault (30 años), quien vivió y trabajó en Alemania era un fanático de la mundialmente famosa serie de televisión de drama y fantasía medieval “Game  of Thrones” -llamada Juego de Tronos en varios países- que produjo la cadena estadounidense de televisión por cable HBO. Thibault decidió elaborar una versión del vino Dornish, la bebida favorita del enano Tyrion Lannister.

Examinó a fondo los vinos de la serie y las características y propiedades descritas, y trabajó con su padre revisando distintas técnicas y mezclas, antes de conseguir la versión final del Vino Dornish con sus sabores y aromas específicos.

Creó entonces dos vinos especiales para las temporadas 2016 y 2017; “Vino Dornish”“The Imp’s Delight”, ambos 100% de uvas pequeñas de Merlot con sabor concentrado. El primero es un Castillon Côtes de Bordeaux y como en los libros, Dorne es conocida por su terreno árido y desértico, y las uvas utilizadas para hacer “The Imp’s Delight” se cultivaron en una parcela arenosa dentro de la finca en Saint-Emilion.

La etiqueta “Dornish” es de color naranja y lleva el motivo del sol de la Casa Martell, mientras que “The Imp’s Delight”, que Tyrion promete regalar a sus amigos después de que termine la guerra, tiene una más estilizada; redonda como los escudos de Dorne pero con dos leones dorados, el sello de la Casa Lannister.

La forma única de la botella (más redonda y pesada), la etiqueta y el sello de cera en vez de la cápsula tradicional, resaltan de una forma auténtica que corresponde con la temática de la serie. Thibault produjo 30.000 botellas de cada versión pero como HBO tiene un proveedor oficial de cuatro vinos vinculados a la serie sólo autorizó a los viñedos Bardet vender las existencias finales (15.000 botellas) a comerciantes de vino o particulares, principalmente en Europa. Pero por módicos €17 (US$20) el “Dornish Wine” y “The Imp’s Delight” a €29 (US$34), el vino está practicamente agotado.

Según Philippe, el primero “es muy afrutado, intenso, oscuro, embriagador, con notas de roble” y para Thibault, el segundo tiene “un tono púrpura más intenso y un sabor ligeramente más atrevido”. Espero tener la suerte de probar alguno de la reserva personal de Thibault!

Queda claro que la pasión familiar por elaborar Grandes Vinos va viento en popa. Thibault y sus hermanos encarnan la cuarta generación de los viñedos Bardet. El relevo está asegurado

Y del Tour?

En realidad hoy añoraba una carrera más explosiva en el Tour ciclístico dado su recorrido con final en montaña. Por ello descorché esta última botella que me quedaba de la añada 2000 (cosecha considerada por los especialistas entre las mejores de este siglo) para acompañar los ravioli y porque para un Saint Emilion de alto nivel -como se auguraba la etapa- tenía la edad ideal. Así lo comprobamos en febrero en Bogotá con una botella del Grand Cru Classé 1996 de Château Cap de Mourlin, que disfrutamos con mis excelentes amigos Fernando y Juanita España (sommelier) y la enóloga húngara Emoke Ijjasz, quien se enamoró de Colombia hace medio siglo y ha dedicado su vida a enseñar de vinos y aromas a los mejores sommelieres y en los más importantes restaurantes y clubes del país.

La etapa me desilusionó pero el vino me fascinó y lo estoy terminando esta noche en la cena con mi esposa. Es “el último de los vecinos” de la ribera derecha de Burdeos disfrutados desde el domingo en este Tour vinícola. Mañana cambiaré de zona. Pero confieso que me sorprendió gratamente su elegancia y frescura, con un toque suave de pimienta blanca y de higos tostados que perdura por muy largo tiempo en el paladar. Mi esposa dice que es un vino que se siente como cuando uno toca una seda muy fina, pero en la boca.

 

Tomado del Blog «Mi Rincón», de nuestro colaborador habitual Juan Carlos Rincón (www.blog.rincondecata.com)

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