Una diseñadora palestina quiere empoderar a las mujeres con sus prendas

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La diseñadora de modas palestina Yasmeen Mjalli habla en su tienda de ropa donde se exhibe su colección "BabyFist" con lemas contra el acoso sexual en Ramallah, en la ocupada Cisjordania, el 19 de diciembre de 2018. - Son solo tres palabras en un T Camisa o bordada en una chaqueta de mezclilla, pero llevan un mensaje poderoso: "No te habibti (cariño)". Yasmeen Mjalli, fundadora de la etiqueta "BabyFist", ve cómo la ropa ayuda a empoderar a las mujeres palestinas que enfrentan la atención masculina no deseada en público, colocando telas de colores apagados y en bolsas de lona con mensajes en inglés y árabe dentro de dibujos de flores y otros diseños. (Foto por ABBAS MOMANI / AFP)

Ramala, Territorios Palestinos | martes 15 enero – por Clothilde Mraffko – Son solo tres palabras en una camiseta o bordadas en una cazadora de tejido vaquero de la colección de la diseñadora palestino-estadounidense Yasmeen Mjalli, pero llevan un poderoso mensaje: «Not your habibti», «No soy tu ‘querida'».

«Cuando una mujer se expone a tanto acoso en la calle, empieza a vestirse de forma protectora, se esconde» tras su ropa, dice Yasmeen Mjalli, de 22 años, desde su tienda de Ramala, en la Cisjordania ocupada.

Las prendas que diseña para su marca BabyFist quieren «volver a dar confianza a las mujeres». En tejidos sobrios y bolsas de tela, dibujos de flores y siluetas comparten espacio con mensajes en árabe e inglés como «Cada rosa tiene su revolución» y «La voz de las mujeres mueve montañas».

Photo by ABBAS MOMANI / AFP

Esta diplomada en historia del arte empezó a escribir este tipo de frases en su propia ropa, en reacción a las situaciones a las que se enfrentó al llegar a Cisjordania tras haber crecido en Estados Unidos en el seno de una familia palestina.

«Recibí comentarios, miradas insistentes y molestas, de las que hacen sentir que tu intimidad ha sido violada. Fui agredida en la calle», relata.

En agosto de 2017 lanzó su colección de ropa y unos meses más tarde abrió una tienda en Ramala para completar las ventas en línea, que representan 60% del total.

– «Made in Palestine» –

«Esta camiseta no va a detener el acoso», reconoce Yasmeen Mjalli, pero «es un recuerdo de que formas parte de algo más grande que quiere devolver poder a las mujeres» y de que «no estás sola».

Ya sea en Instagram, en talleres gratuitos que organiza en la tienda o en el espacio público, donde se instala a veces con una máquina de escribir, la joven ofrece a las palestinas un lugar para desahogarse con toda libertad.

Photo by ABBAS MOMANI / AFP

Un 10% de los ingresos por ventas se envían a una asociación local que ayuda a las mujeres y a diferentes proyectos, uno de los cuales consiste en que un médico y voluntarios asistan a escuelas para educar a las jóvenes palestinas en la cuestión de la menstruación, una cuestión aún tabú.

La diseñadora afirma que sus iniciativas «no están vinculadas» con el movimiento #MeToo, aunque reconoce que este le dio cierta visibilidad.

Todas las prendas de BabyFist son «made in Palestine». En el caso de las cazadoras, estas se tejen en el taller de Hasan Shehada en Gaza.

«Estoy orgulloso de que las mujeres porten el fruto de mi trabajo», afirma el patrón desde su fábrica en el enclave palestino, sometido a un bloqueo israelí desde hace más de 10 años.

– «Sentimiento de masculinidad» –

«Y estoy muy orgulloso también de que en esta prenda esté escrito ‘Fabricado en Palestina'», dice. Pues la mayor parte de las piezas que salen de su taller llevan impreso «Made in Israel».

Los últimos tres meses, fabricó 1.500 unidades para BabyFist, un balón de oxígeno para su taller. «Trabajar con BabyFist me devolvió la esperanza», reconoce Hasan Shehada.

Pero fabricar en Gaza tiene un precio: debido al bloqueo, las cazadoras se quedan a veces bloqueadas durante semanas. En los últimos meses, los palestinos de Gaza se manifestaron en varias ocasiones a lo largo de la valla de seguridad entre el enclave e Israel.

«La frontera estaba cerrada, no se podía sacar ni ingresar nada», cuenta Yasmeen Mjalli. «Es una lucha constante».

Su negocio no gusta a todo el mundo. Algunos conservadores le reprochan que atrae la atención sobre el cuerpo de las mujeres con mensajes que consideran provocativos. Otros críticos consideran que la lucha contra la ocupación israelí es la única causa que merece ser llevada en público.

«Estamos ocupados desde hace 70 años […] Dos o tres generaciones de mujeres ya lo sufrieron y se les dice: ‘Ustedes pueden esperar'», cuenta la joven diseñadora.

En su opinión, los dos combates van juntos. «La ocupación [israelí de Cisjordania] priva a los hombres de nuestra sociedad de todo sentido de control y de todo sentimiento de masculinidad y, de rebote, eso afecta a los derechos de las mujeres».

cmr/tp/ak/sgf/zm

© Agence France-Presse

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