Londres,8 de noviembre de 2020 – Por Juan Carlos Rincón.- En apenas 150 años, cinco generaciones de la familia Torres, convirtieron una pequeña bodega familiar de Vilafranca del Penedés en un ícono mundial de prestigio con vinos y brandy de calidad que se exportan a más de 150 países y la han convertido en la marca de vinos europeos más admirada del mundo. Ha sido un camino de constancia, determinación, esfuerzo e investigación permanente, gracias a una filosofía visionaria e innovadora en la que la relación histórica con Latinoamérica y el espíritu comercial han sido importantes durante siglo y medio. Desde el pionero y visionario Jaime Torres Vendrell, quien muy joven emigró a Cuba, hizo fortuna como comerciante y empresario y regresó a Cataluña para fundar en 1870 con su hermano Miguel, el hombre de la viña, la que es hoy una de las bodegas españolas más famosas.
La exitosa saga familiar inició exportando los hasta ese momento poco conocidos vinos del Penedés, a Cuba, Puerto Rico, Argentina y el continente. Luego en 1907 registró la marca Coronas, comenzó en 1928 las destilaciones de brandy, se levantó de los escombros y la destrucción de la Guerra Civil en la que bodega fue bombardeada, y siguió exportando a Cuba, Venezuela, México, Estados Unidos y Canadá. Con espíritu anticipatorio abrió desde 1941 delegaciones comerciales e inició un camino de expansión que no se detiene y que la tercera generación, Miguel Torres Carbó y luego su hijo Miguel Torres Riera, llevaron al primer plano mundial. Hoy está al frente la quinta generación.
Miguel Torres Riera, fue el primer enólogo de la familia. Estudiaba química en Barcelona y se fue a Dijon, el corazón de los vinos de Borgoña -considerados los más elegantes del mundo- donde se graduó en 1962. A su regreso inició la revolución que consolidó a Torres como productor y exportador de grandes vinos y un actor dinámico en la renovación de la viticultura de España y también de Chile cuando fue la primera bodega que se aventuró a instalarse allí, en 1979 en Curicó. Yo dejé la química un año antes y volví de Cali en julio de 1978 para estudiar periodismo en Bogotá.
De esos años data mi primer contacto con los brandis y vinos de Miguel Torres, padre e hijo, entre los cuales los históricos Sangre de Toro (creado en 1954), Viña Sol, Coronas y Gran Coronas, deleitaron mi paladar de adolescente en Colombia con la guía de mi padre químico, Juan Antonio. Aún conservo bien protegida en mi cava de Bogotá una última botella de aquella época, un Sangre de Toro 1973 (con sello semi-lacrado) que es una incógnita a descorchar pronto y descubrir si soportó la larga travesía. A su lado esperan mi regreso Cordillera y Manso de Velasco, dos vinos bandera de la casa, el primero de viñas antiguas de Cariñena y el último un Cabernet Sauvignon que siempre figura entre los mejores de Chile, los cuales llevé desde la bodega en 2007 cuando la visitamos durante mi participación como catador en los concursos Mundial de Bruxelles-Chile y Carmenere al Mundo.
Sangre de Toro fue elaborado por Torres con una mezcla de las mejores uvas de Garnacha y Cariñena del Penedés, y consiguió éxito internacional desde su lanzamiento en 1954. Es un vino tan simbólico que el gran poeta chileno y Premio Nóbel de literatura 1971, Pablo Neruda, le dedicó un soneto en 1965 en una de las fiestas que organizaba en su residencia en Valparaíso, y cuya versión original fue descubierta apenas en julio pasado en Chile.
El poema se conocía porque está incluido en el libro “Comiendo en Hungría”, de 1969, en que se relata el encuentro en un restaurante de Budapest con su amigo y Premio Nobel de ese año, el poeta guatemalteco Miguel Angel Asturias. El Egri Bikavér (Sangre de Toro) es el vino histórico y más famoso de Hungría, producido desde 1552 en Eger, en la región nordeste, con una mezcla de tres a 10 uvas, entre las cuales las más importantes son Kéfrankos, Kadarka, Kékmedoc, Zweigelt, Blauburger (Pinot Noir), Cabernet Sauvignon y Merlot. La leyenda dice que al vino local se le había mezclado sangre de toro para que los soldados tuvieran fuerza y resistieran el ataque de los turcos liderados por Suleimán el Magnífico.
Además de valorizar la importancia de las uvas autóctonas españolas y de rescatar variedades pre-filoxéricas que se consideraban perdidas, Miguel Torres Riera amplió el horizonte de Torres al plantar variedades internacionales en el Penedés (Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Merlot, Syrah, Chardonnay y Riesling) y crear marcas premiadas mundialmente, entre las cuales Mas La Plana (el antiguo Gran Coronas), Milmanda (blanco), Reserva Real y Grans Muralles, son su póker de ases. Igualmente expandió la propiedad de viñedos a Chile, Estados Unidos y China. Elegido en 2002 el Hombre del Año de la prestigiosa revista vinícola británica Decanter, el talento enológico y comercial de Miguel Torres, se ha transmitido hoy a la quinta generación, en cabeza de su hijo Miguel, Director Técnico desde 2011, y a su hermana Mireia, quien maneja la bodega Jean León -precursora del Cabernet Sauvignon en Catalunya- que fue legada a la familia Torres, y es responsable de la producción del vino espumante Vardon Kennett Esplendor.
A ambos los conocí en Londres durante los encuentros anuales de vinos mediterráneos, en 2012 y 2016, después de asumir la dirección. Mientras Miguel es el hombre de la viña, Mireia está al frente de los proyectos de innovación para enfrentar el cambio climático, un mejor control sanitario de las viñas (más de 1.300 hectáreas plantadas en Cataluña, Toro, Rioja, Estados Unidos, China y Chile), y la recuperación de variedades. Tienen muchos rasgos comunes de su padre, entre ellos, sinceridad, cordialidad y respuestas directas.
El proyecto y sueño hace 30 años del presidente de la bodega, Miguel Torres Riera, para recuperar las variedades ancestrales catalanas es hoy una realidad tangible y además bebible. Hasta ahora se han rescatado 50, de las cuales varias tienen gran potencial enológico y hacen parte de los vinos de Torres en el mercado o próximas a salir: Querol y Garró (en el vino Grans Muralles), Pirene, Gonfaus, Moneu y la blanca Forcada.
De esta variedad existen apenas 2.8 hectáreas plantadas, aunque es posible que exista entre algunos cultivadores locales. La producción tendrá que ser necesariamente muy limitada. El vino varietal tuve oportunidad de probarlo hace dos años en Londres y me encantó y emocionó.
Le escribí en su momento a Miguel Torres, diciéndole que consideraba que era una de las variedades más promisorias por su elegancia, frescura, complejidad aromática y persistencia, con la cual habían elaborado un vino de estilo “bourgiñón” que podría ser una exclusividad al estilo del Montrachet. Me transportó a suelos minerales y volcánicos y a una uva para vinos finos destinados a la alta gastronomía. Además, Forcada significa regalo de Dios”, y algo de verdad podría haber porque es una uva única salvada del olvido. Está plantada en el Alto Penedés y según Mireia Torres, tiene gran capacidad para envejecer. Fue mi impresión con la añada 2016 catada en 2018, con una acidez elevada, mucha frescura y notas cítricas y florales, pero con trasfondo mineral de oxido ferroso, como los terrenos de los grandes Pomerol. Me gustó tanto que guardé de recuerdo la botella esperando su salida al mercado.
La mayor riqueza de la bodega Torres es probablemente su dinamismo imparable, la originalidad de estilos y variedad de su vinos conservando siempre un nivel muy alto de calidad, ofrecer precios equilibrados, mantener la creatividad e invertir en innovación. Como enólogo formado en la escuela francesa, Miguel Torres explicaba hace unos años que la empresa “está experimentando hoy más que nunca y ello es increíblemente emocionante”.
De su proyecto favorito de recuperación de variedades autóctonas, nació en 1996 su Gran Vino de Pago, de viñedo único, con esa filosofía; Grans Muralles en la Denominación de Origen Conca de Barberà. “Es un vino que está muy cerca de mi corazón”, dijo una vez.
La bodega está celebrando 150 años en 2020 y nos ofrece el vino protagonista de la etapa reina de la Vuelta 2020 con Vinos de España: Grans Muralles 2010, la botella 6.317 de una producción limitada a 7.099.
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El esloveno Primoz Roglic, resistió el ataque de Richard Carapaz en el ascenso final al Alto de la Covatilla, y gracias a los 48″ de bonificaciones conseguidos durante las 16 etapas anteriores de la Vuelta a España 2020, logró mantener el liderato y refrendar su título por apenas 24″ de ventaja sobre su rival ecuatoriano.
Roglic, vencedor en cuatro etapas de la prueba, sufrió en los últimos tres kilómetros de la jornada y fue incapaz de responder al ataque de Carapaz, quien como un excelente vino Gran Cru de Altura (nació en Tulcán, provincia del Carchi, a 2.980 metros sobre el nivel del mar), entregó todo su poderío para destronarlo. Luchando sólo y sin gregarios, el campeón del Giro 2019 demostró que es uno de los mejores ciclistas del mundo, pero que sin equipo de respaldo es difícil triunfar.
Roglic llegó al ascenso final con tres escuderos -uno de los cuales esperaba adelante por si desfallecía (como en efecto ocurrió)- mientrassRichard estaba desprotegido y gracias a su coraje, determinación y condiciones innatas de escalador, consiguió vencer la resistencia del campeón, al que en la parte final ayudó el equipo Movistar que poco tenía que ganar. A Carapaz, que dejó Movistar para integrarse al equipo británico Ineos-Grenadiers desde 2020, no le alcanzaron los segundos descontados.
Los 40″ ganados por Roglic por sus victorias más el segundo lugar en la etapa del viernes, resultaron ser la clave de su éxito. Nunca a lo largo de la Ronda despegó a Carapaz, nunca lo distanció en carrera, pero ganó la batalla de las bonificaciones y con ellas la Vuelta a España 2020. El podio lo completó el sorprendente Hugh Carthy, el ciclista más alto del pelotón, el inglés de Pamplona (vive en la capital de Navarra desde hace 5 años).
La etapa fue para el francés David Gaudu, quien consiguió su segunda victoria (había ganado el 31 de octubre en La Farrapona) y avanzó al 8° lugar de la general. Otro que se benefició del día fue el veterano español David de la Cruz que avanzó al séptimo puesto, 10″ delante de Gaudu. En cambio el veterano Alejandro Valverde descendió al 10° lugar, aunque a los 40 años de edad, es una gesta digna de elogio.
En la jornada 17, la Vuelta a España selló su suerte. La etapa de este domingo es un trayecto protocolario a Madrid sobre 124 kilómetros entre el Hipódromo de la Zarzuela y el centro de la capital española. Después del kilómetros 81, los ciclistas ingresarán al Paseo de la Castellana en el que recorrerán en cinco ocasiones un circuito que dará final, probablemente con un sprint general de los velocistas, a la edición 75. Se cierra el telón de la temporada ciclística internacional, alterada y recortada debido al coronavirus.
Para la etapa definitiva de la Vuelta, que mejor que un vino excepcional e igualmente definitivo. Grans Muralles es un vino ícono, una botella especial que no es para todos los días y tiene una triple cualidad rara en el mundo vitivinícola: es un Vino de Pago (de parcela seleccionada), de nivel Grand Cru y elaborado con cinco uvas autóctonas, que nace de suelos pedregosos de pizarra (licorella) y cascajo.
En el caso de nuestra botella, de la excelente añada 2010, considerada una de las mejores cosechas de este siglo en los tres principales países productores de Europa que realizan las tres grandes pruebas anuales del ciclismo mundial (Tour de France, Giro d’Italia y Vuelta a España), las uvas empleadas son Garnacha, Monastrell, Cariñena y variedades rescatadas, Querol y Garró. Es un vino pionero de Torres que incorpora dos variedades recuperadas, y de allí el afecto de su creador; es un hijo de 24 años.
Las dos primeras uvas las vimos en nuestras etapas previas de jueves y viernes de esta semana en la Vuelta 2020 con Vinos de España. Cariñena es una de las uvas esenciales en los vinos del Priorato y otras DO en Catalunya, mientras Querol y Garró tienen su propia historia, fueron las primeras rescatadas. Querol lleva el nombre del pueblo donde se encontró, en el límite del Penedés -de donde también procede la Moneu- y está plantada en la finca Muralles, de la DO Conca de Barberà. Según Mireia, es una uva curiosa, “de las pocas conocidas que son femeninas, con bayas extremadamente pequeñas, que dan vinos con mucha fruta, buena evolución y taninos suaves y redondos”.
La última añada de Grans Muralles en el mercado es la 2016, la vigésima, y en septiembre anterior el vino fue elegido uno de los 50 mejores del Mundo por la revista Decanter en su concurso anual. Este año no fui catador pero en ocasiones anteriores y como miembro del panel de vinos de España, tuve contacto con él y según mis apuntes, nunca bajó de 94 puntos. Pero es muy diferente catarlo joven que en un buen punto de evolución, y valorarlo igualmente maridado con un plato preparado para la ocasión.
Nuestra botella de la cosecha 2010 es un vino casi perfecto; 96 puntos en mi escala de valoración que corresponde a Excepcional o “Tre bicchieri”, medalla de Oro en cualquier Concurso Mundial y 19/20 en la nueva escala de la revista Decanter.
El vino está en un momento perfecto de progresión en la botella, posiblemente un poco antes de su pico de evolución y es realmente encantador. Lo decanté durante una hora y 20 minutos, los últimos 20 en la copa. Por decisión organoléptica escogí el decantador de balón ancho que utilizo para los vinos de Merlot o de variedades menos tánicas y más frutales. Pienso que fue la elección correcta.
Es un vino denso y graso con excelente lágrima y un color granate oscuro con tonos violáceos en el cristal pero brillos caoba en la copa, con una nariz exótica e intensa de fruta pasa, guayaba, membrillo y ciruela, con notas suaves de torrefacto y tabaco. En boca es un verdadero deleite con un equilibrio fantástico, taninos sedosos, fresco y mentolado, y una combinación de fruto paso, albaricoque deshidratado y una humedad muy delicada en boca que envuelve el paladar. De esa elegancia y redondez evoluciona a tonos de cueros, notas de clavo y cedro, finas hierbas y mineral calizo con toques de turba (carbón vegetal). Notable la suavidad de los taninos, la elegancia y el equilibrio general.
Como ejercicio personal y después de una seria discusión con una reconocida Master of Wine cuya obsesión es el grado alcohólico de los vinos, trato al máximo de no enterarme de este parámetro sino después de catar el vino. Ello no es siempre posible pero es mi método para concentrarme en el equilibrio general y la complejidad del vino. Además, de todos es sabido que hay uvas propensas a generar grados alcohólicos superiores a 14%Vol y que en el siglo 21 y en pleno calentamiento global, no podemos esperar encontrar vinos Grand Cru con graduaciones de 12.5-13%Vol como hace 30 años. Dicho esto, Grans Muralles tiene 15%Vol según dice su etiqueta. No los expresa en ningún momento. Su armonía y equilibrio es tal, que mi esposa Elizabeth, sensible como muchas mujeres al alcohol, me dijo que nunca había tenido ocasión de probar un vino tan balanceado y jamás habría imaginado esa cifra que a algunos podría intimidar.
No hay lugar al temor. Un vino de esta calidad, estructura y alcurnia, está destinado a acompañar una buena comida o cena y su balance destacará aún más. En nuestra mesa fueron perniles de pollo (libres de cuero), cocinados en salsa de coco con perejil y nuez moscada, acompañados de un arroz mediterráneo. Maridaje perfecto e inolvidable. Gracias Miguel Torres por haber concebido y creado este Grand Cru Catalán.
Para expresar la emoción general que tuve con este vino ícono Grans Muralles, debo hacer un nuevo ensamblaje, entre el maestro Neruda y una expresión coloquial del español moderno:
Confieso que he flipado!
* Sitio oficial de la bodega Familia Torres: www.torres.es
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GRANS MURALLES: La finca de Grans Muralles, está situada entre el Castillo de Milmanda y el Monasterio de Poblet, sobre un terruño pedregoso de pizarra en las que han sido plantadas las variedades autóctonas recuperadas. Es un proceso complejo que apenas da fruto después de más de 15 años de selección y un trabajo de saneamiento y reproducción in vitro, reproducción en invernadero, adaptación al campo, micro-vinificaciones para determinar su potencial, conocimiento, decisión enológica y finalmente su registro oficial.
El nombre del vino, Grans Muralles, corresponde a la presencia de una muralla larga que divide el viñedo, construida en el siglo 16 para proteger el monasterio de Poblet de las guerras y los mercenarios, y que más de 400 años después, todavía se conserva en excelente estado.
Tomado del portal rinondecata.com