Zelaya acampará en frontera de Honduras

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Por MORGAN LEE

LAS MANOS, Nicaragua — El derrocado presidente Manuel Zelaya anunció que instalará un campamento para acoger a sus seguidores en un puesto fronterizo nicaragüense a un centenar de metros de Honduras para regresar eventualmente a su país.

«Vamos a poner un campamento con agua y comida… vamos a permanecer hoy en la tarde, en la noche, mañana en la mañana… esperando a la gente que viene, esperando a mi familia», dijo Zelaya mientras arengaba con un megáfono a un grupo de seguidores en unos metros de la línea divisoria binacional.

Zelaya llegó al punto de paso fronterizo procedente de El Ocotal, una población cercana a la frontera en el lado nicaragüense.

Las fuerzas armadas hondureñas, bajo órdenes del gobierno de facto, impiden el avance de hondureños que intentan alcanzar la frontera para encontrar a Zelaya. Las carreteras están infestadas de puestos de control y barricadas. Algunos grupos han vadeado los puestos de control llegar a su destino.

El viernes, el mandatario depuesto atravesó brevemente el límite internacional y se internó unos pasos a Honduras en un retorno simbólico que desató críticas internacionales. No estuvo claro si intentaría ingresar a Honduras de nuevo.

Zelaya llegó conduciendo una camioneta agrícola blanca y escoltado por picops con policías nicaragüenses y una caravana de vehículos de prensa.

En su fugaz incursión del viernes, Zelaya llamó a sus seguidores a resistirse al gobierno de facto instalado en su lugar desde el 28 de junio, cuando militares lo sacaron de su casa y lo enviaron a Costa Rica. La acción del presidente derrocado fue criticada por el secretario general de la Organización de Estados Americanos y la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, quien calificó el cruce como un acto «imprudente».

La presidencia del consejo de la Unión Europea instó a las partes en conflicto a continuar las negociaciones para restaurar la democracia.

Una multitud de hondureños acudieron el viernes al poblado fronterizo de El Paraiso cerca del sitio donde Zelaya incursionó brevemente, pero militares y policías les impidieron avanzar para encontrarse con su líder lo cual desató refriegas.

Un hombre, identificado por la policía como Pedro Macdiel Martínez de 24 años, fue hallado muerto el sábado a unos 50 metros de donde ocurrieron las protestas. El cadáver tenía múltiples heridas de arma blanca.

Seguidores de Zelaya dijeron a la AP que Martínez fue supuestamente muerto por la policía o el ejército pero ninguno de ellos lo presenció. Daniel Molina, vocero de la policía, dijo que «la policía en ningún momento detuvo a ese señor».

Zelaya exige ser reinstalado en la presidencia y todos los países occidentales han condenado el golpe de estado y lo respaldan, pero el gobierno de facto presidido por Roberto Micheletti se rehusa a reinstalar al líder defenestrado, la condición primordial de la negociacion facilitada por el mandatario costarricense Oscar Arias.

Micheletti tenía programado reunirse con una delegación de congresistas estadounidenses presidida por el congresista republicano de Florida, Connie Mack, de la comisión para asuntos exteriores para el hemisferio occidental de la Cámara de Representantes, en lo que parece ser la primera señal abierta de apoyo a su gestión de parte de un líder político extranjero.

El golpe de estado contra Zelaya fue avalado por la Corte Suprema y el Congreso. Mack, representante republicano por Florida, justificó el hecho al considerar que Zelaya «usurpó la ley y violó la Constitución».

En la zona fronteriza con Nicaragua, se mantuvo un toque de queda para prohibir que haya personas en las calles y carreteras a cualquier hora del día y al menos hasta el domingo a las 6 de la mañana.

Entre Tegucigalpa y la frontera hay unos 20 puestos de control del ejército y la policía. El tránsito vehícular era prácticamente inexistente.

La capital hondureña vivía una jornada de tranquilidad. Solo frente a la embajada de Venezuela, unos 20 activistas montaban guardia en respaldo a los diplomáticos de ese país, que han desacatado la expulsión ordenada por el gobierno de facto por considerarla ilegitima.

(AP)

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