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RIAD — Por primera vez en tres décadas, los habitantes de la capital de Arabia Saudí pudieron hacer algo común para la mayoría de los occidentales: fueron al cine. Pero no las mujeres.
La proyección de la película saudí «Menahi» trajo la experiencia cinematográfica a Riad más de 30 años después de que el gobierno cerró las salas de cine — una medida motivada por los clérigos ultraconservadores que consideran preocupantes a las actividades culturales como películas y conciertos porque pudieran llevar a la socialización de ambos sexos y violar los valores islámicos.
Hombres y niños, incluyendo niñas de hasta 10 años, pudieron acudir a la proyección del sábado en un centro cultural administrado por el gobierno. Los hombres jóvenes que organizaron el evento estaban en un punto de control en la calle que llevaba al centro cultural para garantizar que ninguna mujer, adolescente o adulta, pudiera llegar al cine.
Y en un indicio de los retos que enfrenta cada pequeño paso hacia una reforma, un grupo de hombres conservadores se concentraron a la entrada del centro para desalentar al público. La mayoría los ignoró y decidió disfrutar la oportunidad de comer rosetas de maíz y ver una película.
«Fue muy hermoso ver a la gente tan animada y feliz», dijo Misfir al-Sibai, un empresario saudí de 21 años que asistió a la presentación de la película.
Pese a la exclusión de las mujeres, la decisión de mostrar la película, producida por una compañía propiedad del empresario y príncipe Alwalid bin Talal, fue un paso atrevido. Siguió una tendencia a la apertura en el reino, en el sentido cultural y otros, que comenzó cuando el rey Abdulá llegó al poder en el 2005.
Eso ha enfurecido a los conservadores, que han emitido edictos contra esos eventos culturales. Uno de ellos, Youssef al-Ahmed, incluso ha acusado a varios empresarios de ser tan peligrosos como los traficantes de drogas porque los canales de televisión que poseen muestran películas.
