Bacanal en cárcel impacta a poblado de Texas

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MONTAGUE, Texas, EE.UU. (AP) — Durante meses, quizás años, la cárcel del condado de Montague fue un paraíso para sus reos, que tenían relaciones sexuales con las celadoras, consumían drogas y usaban teléfonos celulares a placer, dijeron las autoridades.

Para colmo, el pequeño edificio de ladrillos se encuentra ubicado frente a un tribunal.

La situación llegó a tal grado que algunas cámaras de vigilancia fueron deshabilitadas y los reos fabricaron armas con clavos. Las puertas de dos grupos de celdas no cerraban bien, pero aparentemente nadie intentó escapar, tal vez porque en el interior tenían todo lo que necesitaban.

Las aventuras en el penal —algunas de las cuales comenzaron en el 2006, de acuerdo con las autoridades— han sacudido a la población de Montague, una comunidad agrícola y ganadera con varios cientos de habitantes, cerca de la frontera con Oklahoma y a unos 104 kilómetros (65 millas) al noroeste de Fort Worth.

En el 2008 hubo rumores sobre amoríos entre una celadora y un reo, pero la gente consideró todo como meros chismes. Pero el mes pasado, cuando un jurado investigador presentó 106 cargos contra el ex alguacil local y otras 16 personas, el escándalo del desorden entre los internos fue dado a conocer.

Se acusa a Bill Keating, alguacil desde el 2004 hasta diciembre, de opresión oficial y de tener relaciones sexuales con prisioneras. Los otros acusados incluyen a nueve celadores, siete mujeres y dos hombres, que enfrentan cargos por varios delitos relacionados con sexo, drogas y contrabando. También fueron acusados cuatro internos.

Las autoridades locales, estatales y federales tratan de determinar por qué este penal de un pequeño poblado texano se convirtió en una bacanal.

El nuevo alguacil, Paul Cunningham, dijo haber quedado impactado cuando visitó la cárcel por primera vez, horas después de haber asumido el cargo el 1 de enero. Vio cortinas hechas con toallas de papel que impedián ver hacia el interior de las celdas y píldoras regadas por doquier.

Cunningham, quien no había trabajado para el condado antes de ser elegido en noviembre, ordenó el cierre inmediato del penal y envió a sus casi 60 reos a otra institución.

«Realmente me dio miedo, no por mí, sino por los empleados. No entiendo cómo es que nadie fue asesinado», dijo el nuevo alguacil.

Cunningham, quien derrotó a Keating en las primarias republicanas del año pasado, piensa que después de eso éste perdió el interés en la cárcel y le dio la espalda al lugar.

Keating, de 62 años, enfrenta también hasta 10 años de cárcel en un penal federal luego de declararse culpable en enero de haber obligado a una mujer a tener relaciones sexuales con él bajo amenaza de encarcelarla por delitos de narcotráfico.

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