Por BRADLEY BROOKS
RIO DE JANEIRO — Traficantes de drogas de Río de Janeiro están operando clínicas médicas improvisadas en los barrios bajos, que controlan para que los miembros de sus bandas que resultan heridos no tengan que arriesgarse a ser arrestados al buscar tratamientos en hospitales, informó el jueves la policía.
«Es la primera ocasión que encontramos clínicas como éstas», señaló un vocero civil de la policía. «No podemos decir desde hace cuánto tiempo las han estado utilizando; consideramos que desde hace algún tiempo», señaló el portavoz, quien pidió no ser identificado, debido regulaciones del departamento.
Agentes descubrieron la primera clínica el miércoles en un barrio marginado de Manguinhos, en el norte de la ciudad. Dentro de una casucha de dos habitaciones, la policía encontró tijeras quirúrgicas manchadas de sangre; morfina, anestesia, antibióticos y otros medicamentos; además de equipos intravenosos y de rayos X.
La policía encontró apósitos con sangre fresca y supuso que un delincuente herido en una balacera con agentes buscó tratamiento en la clínica justo minutos antes de que la descubrieran.
Entonces, las autoridades buscaron otras instalaciones rudimentarias de este tipo y rápidamente localizaron una en el cercano barrio bajo de Jacarezinho, el cual contenía suministros médicos similares.
El jefe de policía Allan Turnowski señaló que una cifra no especificada de doctores y enfermeras que trabajaban en las clínicas fueron arrestados.
«Están ganando mucho dinero» atendiendo a miembros de bandas de narcotraficantes, dijo Turnowski.
Los dispersos barrios marginados de Río de Janeiro son escenario de frecuentes balaceras sangrientas entre la policía y bandas delictivas que dominan éstos, y algunos inocentes a menudo quedan atrapados en el fuego cruzado.
Un reporte de la Organización de Naciones Unidas del año pasado encontró que la policía mata un promedio de tres personas diarias en la ciudad. La policía mató a un sospechoso durante el operativo del jueves en Jacarezinho y a otro sospechoso en Manguinhos.
Agencia AP.
