Por MICHAEL ASTOR
NACIONES UNIDAS — Las esperanzas de las naciones en desarrollo de ver un orden económico mundial más justo parecían frustradas el viernes al concluir una cumbre de la ONU sobre maneras de reformar el sistema económico internacional.
Sólo 10 líderes mundiales, en su mayoría de pequeños países caribeños, asistieron a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y Sus Efectos en el Desarrollo, que comenzó el miércoles.
Además, muchas recomendaciones de los países en desarrollo para coordinar mejor el sistema financiero mundial y reemplazar al dólar estadounidense quedaron debilitadas en las negociaciones previas al encuentro.
El viernes en sus discursos, representantes de países latinoamericanos se quejaron de que este tipo de crisis golpea desproporcionadamente a los pobres. Atribuyeron la crisis a una falta de regulación de los mercados en los grandes países capitalistas, y pidieron una más estrecha vigilancia para evitar descalabros futuros.
«Los costos de las crisis económicas mundiales no se distribuyen homogéneamente sino que se presentan con más intensidad en las economías más vulnerables, ya afectadas por el menor desarrollo», expresó la ministra de planificación de Chile, Paula Quintana.
Agregó que «los países menos desarrollados requieren, en esta coyuntura, aún más recursos para aplicar políticas anticíclicas que les permitan recuperar sus economías y mantener y extender sus sistemas de protección social. Porque sabemos, por experiencias pasadas, que lo que se retrocede en materia social, demora en su recuperación más del doble del tiempo que la recuperación de los indicadores económicos».
El canciller brasileño Celso Amorim denunció que la libertad irrestricta de los mercados no protege a los más necesitados.
«La fe en la capacidad de los mercados para autorregularse fue una de las principales causas de esta crisis. Aplaudimos los esfuerzos que se han hecho para ampliar y fortalecer la regulación de las actividades económicas y financieras», expresó.
Amorim añadió que «tenemos que ver más allá del corto plazo y definir un nuevo marco para el desarrollo y para las finanzas mundiales, que supere a esta crisis y que evite crisis futuras. La función del Estado, acompañado del sector privado, como regulador y promotor de desarrollo debe ser reevaluada. A lo mínimo, esta crisis ha relegado la idea de un Estado pasivo al museo de las ideologías equivocadas».
Sin embargo, en sus discursos el miércoles, los representantes de Estados Unidos y la Unión Europea escasamente mencionaron la necesidad de incluir a los demás países en la toma de decisiones para reformar la economía mundial.