JERUSALEN (AP) — El Papa Benedicto XVI llevó el martes su mensaje de paz a uno de los sitios más disputados por el conflicto palestino-israelí, al instar a ambas partes a establecer «un diálogo sincero encaminado a construir un mundo de justicia y de paz».
En el segundo día de su peregrinación por Tierra Santa en Israel, el Papa visitó la Mezquita El Aqsa y la Mezquita de Omar (Domo de la Roca), donde los musulmanes tienen la creencia que el profeta Mahoma ascendió al cielo, y el adyacente Muro de las Lamentaciones, el último remanente del antiguo Templo Judío de Jerusalén.
Existe una disputa por la posesión de ese complejo en la parte más alta de una colina, pues es un sitio sagrado para los musulmanes que lo llaman el Santuario Noble y por los judíos, al que llaman Monte del Templo, el cual ha generado actos de violencia en el pasado.
El resolver esta disputa parece ser el tema más espinoso en los 15 años de historia de las intermitentes negociaciones de paz entre israelíes y palestinos.
«En un mundo tristemente desgarrado por las divisiones, este lugar sagrado sirve como estímulo y también pone un reto a los hombres y mujeres de buena voluntad a trabajar para superar los malos entendidos y los conflictos del pasado y los coloca en el camino de un diálogo sincero encaminado a la construcción de un mundo de justicia y de paz para las generaciones futuras», dijo el Papa durante un encuentro con el clérigo musulmán de más alta jerarquía de Jerusalén, Mohammed Hussein.
Antes de reunirse con Hussein, el Papa visitó la Mezquita de Omar, el sitio más sagrado de los musulmanes en Jerusalén y que forma parte de un complejo que es el tercer sitio más sagrado de los musulmanes, después de La Meca y Medina. El pontífice se quitó los zapatos antes de entrar como señal de respeto.
Igualmente y en una señal de seguimiento a la tradición, el Papa introdujo una nota entre los espacios del viejo Muro de las Lamentaciones, el último remanente del segundo de dos templos bíblicos y el sitio más sagrado del judaísmo.
En el documento, el Papa pidió a «el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob» que «escuche el clamor de los afligidos, de los atemorizados, de los desconsolados; que envíe su paz sobre esta Tierra Santa, sobre el Oriente Medio, sobre toda la familia humana».