Giro 2020 con Vini d’Italia: Montepulciano d’Abruzzo (DOC)

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By Giro D´Italia

Londres.- Escrito por Juan Carlos Rincón @rincondecata .- El portugués Ruben Guerreiro del equipo estadounidense Education First (EF) ganó bajo inclemente lluvia la novena etapa del Giro d’Italia que llegó a Roccaraso, en montaña, en la región de Abruzzo, mientras que su compatriota Joao Almeida mantuvo el liderato por séptimo día consecutivo aunque su ventaja se redujo a 30″ sobre el holandés Wilco Kelderman que ascendió al segundo puesto.

Guerreiro consiguió desprenderse del español Jonathan Castroviejo de la escuadra Ineos-Grenadiers en los últimos 500 metros del ascenso final. Es apenas la segunda victoria en la carrera de Guerreiro, quien debuta en el Giro y asumió la camiseta azul de líder de la montaña. Es el primer triunfo de un portugués en una Gran Vuelta desde Rui Costa en 2013 (etapa 19 del Tour de France) y el primero en el Giro d’Italia desde Acácio da Silva en la segunda etapa de la Corsa Rossa en 1989.

Los favoritos que siguen en carrera (Kelderman, Bilbao, Nibali y Fuglsang) redujeron las diferencias con el líder Almeida, pero aún quedan 12 etapas por delante. Los ciclistas aprovecharán el primer descanso este lunes para recuperar fuerzas cuando el Giro ha entrado en la vasta región de Abruzzo, en el centro-este de Italia, entre las estribaciones de los Apeninos hasta la costa del mar Adriático.

Su vino emblemático es el Montepulciano d’Abruzzo, un tinto elaborado en la región con la uva Montepulciano. A propósito, no se debe confundir la uva y sus vinos con el Vino Nobile di Montepulciano, que es elaborado en Toscana con la uva Sangiovese (llamada localmente Prugnolo gentile) y Canaiolo. Además, aunque está ampliamente plantada en el centro de Italia, la uva Montepulciano no se cultiva en los viñedos alrededor del pueblo medioeval de Montepulciano en Toscana, en la provincia de Siena.

Montepulciano d’Abruzzo fue clasificado como DOC en 1968 desde principios de este siglo es uno de los vinos más exportados de Italia. Originalmente eran vinos frescos y de taninos suaves para consumir jóvenes pero con el aumento de calidad y la introducción de reglas para los “Riserva” (crianza de dos años), su calidad ha aumentado notablemente. Entre las DOC más destacadas que emplean la uva Montepulciano están Montepulciano d’Abruzzo en Abruzzi, Offida Rosso DOCG, y los vinos de Rosso Conero y Rosso Piceno en Marche.

Un vino elegante como lo era la conducción de su viticultor, el ex-piloto de Fórmula Uno, Jarno Trulli.

Para entender la importancia de esta uva basta comprender que después de la famosa Sangiovese, Montepulciano es la segunda variedad  autóctona más extendida de Italia y se encuentra plantada en 20 de las 107 provincias del país. Está autorizada para los vinos tintos de las enominaciones de Origen (DOC) en Apulia (Puglia), Molise, Lazio, Umbria, Marche (Las Marcas), Emilia-Romagna, la Toscana y Abruzzo, que es una de las regiones más montañosas de Italia (un 65% de su territorio).

En Abruzzo los viñedos de Montepulciano se situan en ladera y están plantados sobre terrenos de arcilla calcárea (especialmente en las zonas del norte), donde se benefician de una buena exposición solar y de la brisa seca del mar Adriático. El vino se produce en las cuatro provincias; L’Aquila, Chieti, Teramo y Pescara, pero más de dos tercios de las 9.000 hectáreas de producción están en los terrenos fértiles de Chieti, en el sur, donde los vinos son más ligeros. Los vinos rosados (Cerasuolo) se producen en L’Aquila, mientras que los viñedos más aptos para los Grandes Vinos están plantados en el norte; Teramo, que tiene una DOCG separada, y Pescara. Ambas provincias tienen microclimas y suelos con arcilla ferrosa y piedra caliza en zonas altas de los Apeninos cercanas al mar.

De allí proviene nuestro vino del domingo, de la moderna y reconocida bodega Podere Castorani, situada en Alanno, Pescara, en una colina a 350 metros de altura, donde aún se encuentran viñedos centenarios, entre el Parque Nacional de Majella y la costa del mar Adriático; una zona con estabilidad térmica y vientos fríos nocturnos que favorecen la producción de vinos con más cuerpo y elegancia. Es una bodega bicentenaria, 1793, que desde el año de mi matrimonio con Elizabeth (1999) pertenece al ex-piloto italiano de Fórmula Uno, Jarno Trulli, y hoy es su vida y pasión.

El Montepulciano d’Abruzzo que disfrutamos hoy, Amorino 2013, fue perfecto con nuestro almuerzo tardío; porchetta in salsa de zucchine, sedano e riduzione di funghi (filete de lomo de cerdo en salsa de calabacín, apio y champiñones). Lo decanté previamente durante una hora para mejhorar su expresión. Un vino de color rubí con notas violeta, fresco y vibrante después de seis años en botella, con aromas y notas de frutos rojos (moras salvajes), algo de café y tábaco, que en boca deriva hacia notas de café, algo de pimienta, y tonos balsámicos de hojas secas y eucalipto, de persistencia media pero suave y envolvente. Nos transportó al bosque, a una región rústica pero amable. “Es un vino equilibrado, al que no se le sienten sus 14%vol y gusta facilmente”, dijo Elizabeth, mi esposa y chef este domingo.

Jarno, el embajador de Abruzzo.

Jarno Trulli, nacido en Pescara, fue un talento precoz de la velocidad. Su padre Enzo lo bautizó con nombre finlandés en honor al campeón de motociclismo finlandés Jarno Saarinen, quien murió en un accidente en Monza en 1973. Seguidor y amante de las carreras, Enzo lo impulsó para quje corriera en Karts desde niño y llegó a ser campeón italiano y europeo. Progresó a las Fórmulas menores y después de ser segundo en el Gran Premio de Macao de Fórmula 3 (1995) y campeón de la Fórmula 3 Alemana al año siguiente, llegó en 1997 a la Fórmula Uno, a los 22 años, como piloto de la pequeña escudería italiana Minardi. Dos años después logró su primer podio en el Gran Premio de Europa (2°) en Nurburgring corriendo para el equipo de Alain Prost.

Fue en ese momento, al final de septiembre, que Jarno decidió invertir en la compra del antiguo viñedo de Podere Castorani y empezar a preparar su futuro dando rienda suelta a su otra pasión de familia, el vino. “Me interesé por el vino porque viajando por el mundo en Karting, F3 y F1, me di cuenta de que el vino es un signo noble de todos los terruños. Y yo quería un proyecto vinculado a mis raíces y a mi origen”, dijo hace unos años Jarno en una entrevista al periodista británico Mark Collinson. El abuelo de Jarno era viticultor y pasó mucho tiempo con él entre las viñas cuando era niño.

De la perfección y el detalle de la F1 a la pureza del vino.

El punto más alto en sus 14 temporadas en Fórmula Uno fue la victoria de punta a punta en 2004 en el emblemático Gran Premio de Mónaco, dándole a la escudería francesa Renault su primera victoria de la historia como constructor. Al año siguiente su joven compañero español, Fernando Español, conseguiría el primero de sus dos títulos mundiales como piloto y el primero de Renault, rompiendo la hegemonía de Ferrari y del siete veces campeón, Michael Schumacher.

Jarno Trulli estuvo en la Fórmula Uno en seis equipos (Minardi, Prost, Jordan, Renault, Toyoya y Lotus) durante 15 temporadas entre 1997 y 2011, disputó 252 Grandes Premios, consiguió una victoria y 4 pole-position, una vuelta más rápida y estuvo 11 veces en el podio. En 2014 creó su propia escudería Trulli Formula E Team y disputó la temporada inaugural del nuevo campeonato de Fórmula Eléctrica junto con la italiana Michela Cerruti y el ex-piloto de Fórmula Uno, Vitantonio Liuzzi. El equipo cerró en 2015.

La vida de Jarno Trulli es hoy su bodega. El viñedo de 35 hectáreas se encuentra apenas a 25 kmts de Pescara, y responde a sus raices. Los socios son su padre Enzo, su ex-manager en Fórmula Uno, Lucio Cavuto, y el enólogo Angelo Cavuto, hermano de Lucio. Cada uno tiene su papel definido y en apenas 20 años han convertido Podere Castorani en ejemplo de eficiencia luego de las inversiones para la modernización. Hoy la bodega tiene una estructura técnica capaz de producir un millón de botellas anuales, exporta el 85% de su producción y elabora 27 vinos diferentes, entre ellos tres espumantes. Las dos familias han invertido alrededor de US$8 millones en el negocio y el objetivo es llegar a vender 2 millones de botellas.

Lucio Cavuto, es el responsable de exportaciones, un hombre amable con el que mantenemos comunicación desde hace 13 años cuando conocí los vinos de Jarno llevado por mi pasión por la Fórmula Uno y los vinos.

Los primeros tres vinos de Jarno. Hoy tiene 27 etiquetas diferentes.

Uno de las primeras botellas de Podere Castorani que probé, otro Montepulciano d’Abruzzo (2004) como la del centro de la foto, viajó en 2009 hasta Buenos Aires y lo disfrutamos con un delicioso “bife de chorizo” en casa de mi gran amigo de juventud, el diplomático y embajador de carrera, Ignacio Ruiz Perea.

Ahora he podido comprobar la gran evolución de calidad, desde aquel vino del descubrimiento hasta el Amorino 2013 de hoy, ganador de la más alta distinción de la prestigiosa revista gastronómica italiana Gambero Rosso, los Tre bicchieri (tres copas), como lo certifica el sello rojo en el hombro de la botella en la foto principal de este artículo. La bodega busca la elegancia no solo en sus vinos sino en las modernas y lujosas botellas, la sobriedad e impacto de sus nuevas etiquetas y una identidad corporativa de primer nivel.

Cavuto también proviene de una familia de productores de vino, creció en la región de Abruzzo y su familia tenía viñedos de Montepulciano y Trebbiano d’Abruzzo. Se ocupa mayoritariamente del mercado exterior, en el que Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña son los principales. Lucio y el padre de Jarno, Enzo, son los responsables de la comercialización mientras que la dirección del viñedo y la producción de los vinos está a cargo del enólogo Angelo Cavuto, quien dirige un equipo de hasta 50 empleados en la vendimia. Angelo estudio en la Universidad de Bolonia y supervisó viñedos en Imola y Portugal, antes de vincularse totalmente a Podere Castorani hace más de 10 años.

Pero sin duda que el rostro de Podere Castorani es Jarno Trulli, hoy día un hombre feliz que da su nombre a una variedad de vinos tintos y blancos de primera calidad, incluido el Jarno Rosso de cuerpo completo, y que pasa más de una tercera parte del año viajando entre Europa y Estados Unidos y Canadá para promocionarlos. Los vinos de Podere Castorani figuran entre los más vendidos en Canadá, como lo pude comprobar hace cinco años durante una de mis participaciones en el importante concurso Sélections Mondiales des Vins en Québec, precisamente cuando Jarno estuvo presentando sus vinos y participando en varios programas de gastronomía en la televisión francófona.

De un piloto de Fórmula Uno con conducción precisa y elegante, Jarno Trulli, sigue buscando la perfección, ahora en los vinos. Grazie campione per tua dedizione e amore per il vino!

* Sitio web de la bodega Podere Castorani: www.castorani.it/en/

PODERE CASTORANI: La bodega tiene 3.000 metros cuadrados de modernas instalaciones, varias de ellas subterráneas, pero a pesar de su crecimiento mantiene la tradición vinícola y la búsqueda de la innovación con distintos tipos de vino (27 etiquetas diferentes), para prácticamente para cada ocasión. Para ello posee 35 hectáreas de viñedo, a las que se agregan otras 40 alquiladas a los vecinos. La antigua villa de la finca, que data de 1793, se ha renovado para acomodar hasta 30 invitados y desarrollar el enoturismo. En la búsqueda de la calidad, no sólo los vinos tintos han sido premiados. Recientemente uno de sus blancos ganó medalla de oro en el prestigioso concurso International Wine Challenge en Londres, otro con el que tengo una relación cercana. En 2018 la bodega fue además elegida la mejor de Italia por el  London Wine Competition. El futuro de Jarno y su bodega va viento en popa, y seguramente será más glorioso que el de su época en la Fórmula Uno.

Tomado del portal rincondecata.com

 

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