Por JULIANA BARBASSA
OAKLAND, California, EE.UU. (AP) —Sentada en el borde de una mesa de exploración, la salvadoreña Delmira Maravilla espera ansiosa un examen médico. También le urge que el presidente Barack Obama cumpla su promesa de darles cobertura de salud a todos los estadounidenses.
Esta madre de nueve niños pagará de su bolsillo por este examen, ya que, como un tercio de los habitantes hispanos de Estados Unidos, no tiene seguro de salud.
Los latinos como Maravilla tienen mucho que ganar si se aprueba la nueva ley de salud que el Congreso está redactando. Entre los grupos étnicos mayoritarios, son el que tiene menos probabilidades de tener cobertura de salud a través de su empleo.
Los hispanos también suelen encontrar obstáculos idiomáticos y culturales que les impiden recibir una atención de salud de buena calidad. Además, es mucho menos probable que tengan un proveedor de salud habitual y que reciban los exámenes preventivos de rutina que pueden evitar serios problemas de salud.
Maravilla sabe con qué facilidad un gasto médico puede desequilibrar el cuidadoso presupuesto de su familia: cuando su hija de seis años se pegó contra el borde de una mesa hace poco, la atención de emergencia le costó 1.500 dólares. Cualquier accidente o enfermedad sorpresiva puede ser catastrófico para sus finanzas, dijo.
«Estaría mucho más tranquila, menos preocupada, si supiera que tenía seguro de salud para mi familia», dijo. «Los problemas de salud le pasan a cualquiera, pero son demasiado caros para nosotros que somos pobres».
Los expertos dicen que en este tema la disparidad entre grupos étnicos es grande: uno de cada tres hispanos y uno de cada cinco afroamericanos no tienen seguro de salud, mientras que uno de cada ocho blancos no lo posee. A medida que se profundiza la recesión, la brecha crece, al igual que el desempleo y los recortes a la cobertura de salud de los empleados.
«No podemos seguir en este estado de cosas. Es una vergüenza. No sé qué otras palabras usar», dijo Elena Ríos, presidenta de la Asociación Nacional Médica Hispana, un grupo sin fines de lucro que representa a doctores hispanos.
Ríos y otros activistas han pedido a los congresistas que evalúen medidas para aumentar el cuidado a los hispanos, como la medicina preventiva, la educación sanitaria y una mayor diversidad étnica en la profesión médica.
Jane García, directora general de La Clínica de la Raza, donde se atiende Maravilla, ve lo necesaria que es la reforma cada vez que atiende a sus pacientes.
Un 71% de ellos son latinos y 44% no tienen cobertura, un número que va en aumento. Sus nuevos pacientes van desde los que acaban de perder su empleo a los inmigrantes sin documentos que ya no reciben atención en el condado vecino de Contra Costa, donde las autoridades decidieron no brindarles servicios ante la caída de su presupuesto.
«El número de gente que viene a ser atendida realmente está sobrepasando al sistema», dijo. «Y cada vez más vienen sin seguro de salud».
Aunque el proyecto de ley en la Cámara de Representantes es el intento más completo hasta ahora de darle una cobertura de salud a todos los estadounidenses, aún habría una parte importante de la población que quedaría afuera: los inmigrantes indocumentados. Cuando la periodista Katie Couric de CBS News le preguntó si ellos deberían recibir cobertura, Obama dijo: «No».
Si no hay una reforma migratoria que les permita convertirse en ciudadanas, millones de personas serían excluidas del sistema. Según el Centro Hispano Pew, un 59% de los 11,9 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos no tienen cobertura de salud.
Los activistas están divididos entre los que prefieren esperar una reforma que incluya a los indocumentados y los que quieren un cambio inmediato que ayude a la mayoría de los hispanos.
«Este siempre ha sido un tema incómodo: todas nuestras familias son una mezcla de documentados e indocumentados», dijo Ríos. «Pero estamos tan cerca de lograr la reforma de salud que, si dejamos que el tema migratorio frene el proceso, estaríamos trabajando en contra de nosotros mismos».
Otros, como Jennifer Ng’andu, subdirectora del proyecto de políticas de salud del Consejo Nacional de La Raza, creen que un plan que no incluya a los indocumentados no puede durar: son un 15% de los cerca de 47 millones de personas sin seguro.
«Si no hablamos sobre la integración de las comunidades que han sido tradicionalmente excluidas, tendremos que volver a hablar de una reforma de salud en 15 años», dijo Ng’andu.
Para quienes quieren mayor control a la inmigración, darles cobertura de salud subsidiada por el estado a los inmigrantes indocumentados iría en contra de las metas de las fuerzas de seguridad, ya que le daría legitimidad a su presencia en el país.
«No tendrían incentivos para irse», dijo Mark Krikorian, del Centro de Estudios de Inmigración.
Hay estudios que muestran las consecuencias de la falta de acceso adecuado y en el idioma propio a una atención de salud habitual y de calidad. Los hispanos sufren de manera desproporcionada de enfermedades crónicas como la diabetes y se someten a menos procedimientos preventivos como los exámenes de detección del cáncer o asesorías contra la obesidad.
Si estos habitantes no son atendidos ahora, habrá costos en el futuro, dijo Ríos. Los hispanos son 15% de la población, pero son 25% de los niños en jardín de infantes.
«Estamos en un momento en que necesitamos un cambio o si no vamos a ver un aumento de la obesidad, la diabetes, diversas formas de cáncer y enfermedades del corazón», dijo Ríos. «No es justo para ellos, ni para nosotros, ni para el país».
Agencia AP.