La cumbia más vigente que nunca, incluso fuera de Colombia

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Por MADELEINE BAIR

CARTAGENA, Colombia — En una plaza de ladrillo de este puerto colonial amurallado que alguna vez recibió miles de esclavos, un hombre negro canta al ritmo de un tambor.

Del instrumento surge una vibrante cumbia, el baile típico de los colombianos de origen africano. Se trata de un ritual musical de la era de la colonia, que comienza con una columna de mujeres descalzas que lucen vetidos de la época, con canastos en la cabeza, que avanzan hacia los hombres.

Este ritmo folclórico se ha fusionado ahora con estilos postmodernistas, incluida música electrónica y hip-hop, y causa furor en discotecas desde San Francisco hasta Nueva York y desde Buenos Aires hasta París. Los tambores, instrumentos de viento y maracas son a menudo reemplazados por guitarras, bajos y deejay, mientras que la ropa colonial da paso a zapatillas y luces.

Hasta hace poco, la «cumbia digital» o «nu-cumbia» apenas si era mencionada en algunos blogs musicales. Pero en julio, en la Conferencia de Música Latinoamericana de Nueva York, fue declarada la sensación del momento.

En ese encuentro para promover artistas latinoamericanos de música alternativa, uno de los grupos de la nueva cumbia que más impacto tuvo fue Bomba Estéreo, de Bogotá, que hace música bailable electrónica. Otro fue ZZK, un colectivo de deejays argentinos cuya música reemplaza los instramentos tradicionales, como flautas de caña y tambores con instrumentos electrónicos, pero conservando el ritmo básico de 4 x 4.

México y Argentina fueron los primeros países que adoptaron la cumbia hace varias décadas. Hoy, numerosas naciones están dándole también un giro cosmopolita a esta música antigua. Hace poco Bersa Discos lanzó un album corto del deejay mexicano Toy Selectah, que combina cumbia con electrónica de una forma tan frenética que suena casi como un videojuego de Mario Bros. escenificado en Tijuana.

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A una hora de autobús de Cartagena, en la boca del río Magdalena, se encuentra la ciudad de Barranquilla, habituada a recibir barcos de carga que trajeron muchos inmigrantes. Abundan allí los restaurantes italianos, libaneses y chinos.

La diversidad de la región se remonta a varios siglos, a cuando los esclavos africanos llegaron a Colombia para cortar la caña de azúcar y cosechar bananos y tabaco. Los esclavos trajeron su música, que se mezcló con los ritmos criollos.

La historia del origen de la cumbia está rodeada de leyendas y debates. Se dice, por ejemplo, que tiene pasos cortos, hacia atrás y hacia adelante, porque los esclavos tenían cadenas y no podían moverse mucho.

Pero no hay nada seguro.

«La cumbia es la representación folclórica de la región caribeña» de Colombia, explica Pedro Beltrán, que a los 79 años sigue cantando en el grupo La Cumbia Moderna de Soledad, verdadera institución que ya tiene medio siglo de vida.

«La parte de la percusión la heredamos de los esclavos, o del Africa. Pero la flauta, o la gaita, es puramente colombiana, de esta región», señala el anciano.

Lo que define la cumbia –y la hace tan flexible– es su ritmo, el diálogo entre tambores. Es fácil combinar ese ritmo, como lo demuestra la obra de Beltrán, con cualquier otro tipo de música, ya sea un vallenato con acordeón o un merecumbe, una fusión de merengue y cumbia.

Hace 40 años, Beltrán fue uno de los primeros que incorporó un cuerno y un bajo electrónico. Y enriqueció su repertorio con sonidos extranjeros que le gustaban, como la música de Rod Stewart o el ritmo africano de la nigeriana Fela Kuti.

En su época, el término nu-cumbia aludía a temas como «Do Ya Think I’m Sexy» de Stewart, interpretados con gaitas y tambores.

Fue uno de los grandes éxitos de Beltrán y se sigue escuchando a lo largo de toda la costa caribeña colombiana, donde las casas de hormigón tienen altoparlantes de los que los sábados por la tarde surgen temas de salsa, vallenato y champeta, una fusión musical local.

«Uno puede dialogar con todo tipo de música y conservar el sabor local», comentó Wálter Hernández, más conocido como DJ Indigo, mientras revisa pilas de discos de vinilo en Discolombia, un negocio que es una verdadera biblioteca musical barranquillera.

Indigo, de 34 años, pasa horas entre estos discos cuando no está trabajando en discotecas o tocando con su grupo de música electrónica Systema Solar. El grupo le incorpora elementos contemporáneos, como sonidos electrónicos, raspados y rapeo, a temas tradicionales de la colección de Indigo, de figuras como Beltrán y Totó la Momposina.

En un cuarto trasero de Discolombia, Indigo señala hacia una pila de discos en el que se ve uno con un grupo de hombres en camisetas posando en una cancha de fútbol. Se trata del grupo de Abelardo Carbono, que interpretó con ritmo de cumbia temas estadounidenses como «I Feel You» de Donna Summers y «Staying Alive» de los BeeGees.

Bomba Estéreo le da toques más contemporáneos todavía. El grupo acaba de completar una gira por Estados Unidos y su bajista y productor Simón Mejía se mostró sorprendido de la buena recepción que tuvo su música. Dice que en una presentación en Brooklyn, Nueva York, el público conocía las letras de muchas canciones.

«La gente se volvió loca», asegura.

Esto no quiere decir que el público de Europa y Estados Unidos sepa bailar la cumbia como corresponde.

«Era divertido verlos», relata Mejía. «Se la pasan saltando para todos lados, como en un concierto de rock».

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