Liberado soldado secuestrado por las FARC

0
450

Por CESAR GARCIA

VILLAVICENCIO, Colombia — El joven soldado Josué Daniel Calvo fue liberado el domingo tras casi un año de cautiverio en poder de las FARC, que se espera entreguen a otro militar antes de que se abra un compás en el que rebeldes y gobierno midan fuerzas sobre si negocian o no un canje de otros secuestrados.

Tras hablar con Calvo, el presidente Alvaro Uribe dijo que el gobierno ha facilitado liberaciones, ha hecho rescates y no se opone al acuerdo humanitario, «siempre y cuando el acuerdo no sea para devolverles delincuentes a las FARC».

Uribe, que participaba de un consejo de seguridad en Arauca, a 430 kilómetros al noreste de Bogotá, habló por teléfono con el soldado, lo felicitó por su liberación y le preguntó cómo estaba de salud.

En el primer parte médico entregado a la prensa, la directora del Hospital Militar, coronel Nora Inés Rodríguez, dijo que la «condición del paciente es muy estable. La única alteración aguda en este momento era una deshidratación que ya se ha corregido».

Rodríguez explicó que el militar tenía «cinco heridas por arma de fuego, tres en la pierna derecha». Esta no presentaba problemas, pero la pierna izquierda —donde Calvo recibió otro disparo— tenía comprometida la parte superior de la rodilla. No se estableció donde fue la quinta herida.

Calvo será sometido a rigurosos exámenes por parte de un equipo de ortopedistas, dijeron las autoridades.

Apenas dos horas después de su liberación, Calvo, de 23 años, apareció ante la prensa enfundado en un flamante uniforme camuflado con su apellido escrito en el bolsillo derecho, gorra y lustrosas botas negras, pero no dijo nada. Sólo saludó a la prensa levantando el pulgar derecho.

Abrazado con su hermana Nubia, quien tampoco habló, Calvo escuchó a su padre, Luis Alberto Calvo, hacer breves declaraciones en el aeropuerto de Villavicencio, en el departamento de Meta y a unos 75 kilómetros al suroeste de Bogotá, donde había llegado horas antes.

«Llegó la alegría a la casa otra vez», dijo Calvo padre, asegurando que la madre de sus dos hijos los abandonó siendo chicos. Además, mostró una foto y leyó varios nombres de personas que dijo fueron secuestradas o dadas por desaparecidas hace varios años y que pedía a quienquiera que fueran los captores que enviaran pruebas de vida porque sus familias vivían en la incertidumbre.

Tras la declaración, el soldado y su familia se trasladaron en un avión castrense hasta Bogotá, donde el liberado sería sometido a pruebas en el Hospital Militar.

El Alto Comisionado para la Paz, Frank Pearl, al lado de la familia Calvo, dijo que el soldado, quien fue retenido por los rebeldes el 20 de abril del 2009, había decidido no hacer declaraciones porque salía de la dura experiencia del secuestro y que las autoridades respetaban su decisión.

Pearl calificó el operativo como «impecable» y que esperaba que se repitiera el martes, con la libertad del sargento viceprimero del ejército Pablo Emilio Moncayo, uno de los uniformados con mayor tiempo en cautiverio: 12 años.

Calvo fue recogido al mediodía por una comisión humanitaria encabezada por la senadora Piedad Córdoba, delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y monseñor Leonardo Gómez, en representación de la Iglesia Católica, en un viaje a bordo de un helicóptero militar de Brasil, país garante del operativo.

A su regreso, la congresista señaló a los reporteros en el aeropuerto que los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y pobladores de la zona de Santa Lucía, el caserío donde dijo le fue entregado el soldado Calvo, se quejaron de que la víspera y en la mañana del domingo hubo sobrevuelos, aparentemente militares, a pesar de que por normas convenidas con el gobierno, no debía haberlos desde el sábado a las 6 de la tarde.

Sin embargo, monseñor Gómez y la misma senadora dijeron que no habían escuchado ningún vuelo, pero que sólo transmitían lo dicho por los insurgentes. El comisionado Pearl negó que se hubieran realizado vuelos.

Córdoba además destacó que a pesar de que las FARC han dicho que la entrega de Calvo y la venidera de Moncayo, serían las últimas que hagan los rebeldes de forma unilateral, ella y un grupo de activistas llamado Colombianos y Colombianas por la Paz, trabajarán porque se concrete el llamado ‘canje humanitario’, es decir la liberación de insurgentes presos a cambio de una veintena de militares y policías que aún siguen cautivos.

«Las FARC tiene mucho interés en terminar en este tema del secuestro, que le ha causado tanta presión y deslegitimación» internacional, dijo en entrevista telefónica León Valencia, analista de la no gubernamental Corporación Arco Iris, dedicada al estudio del conflicto interno.

Por su parte, el gobierno del presidente Alvaro Uribe, que culmina el próximo 7 de agosto, tendría menos resistencia a negociar ese canje porque, dijo Valencia, «Uribe no tiene tantas cosas para demostrarse a sí mismo, porque ya no se está jugando la reelección» en los comicios del 30 de mayo.

La analista política de la Universidad de Los Andes, Sandra Borda, aseguró en diálogo telefónico que «muy a pesar de los esfuerzos bastante contundentes del gobierno en materia militar… la guerrilla está debilitada, pero está lejos de ser derrotada militarmente».

La liberación de Calvo fue la primera por parte de las FARC en 13 meses, desde que a inicios del 2009 dejaran libres a seis hombres, entre ellos dos políticos con al menos seis años de cautiverio.

A la 13:11 del domingo, el helicóptero Super Cougar brasileño aterrizó en el aeropuerto de Villavicencio con la delegación humanitaria que buscó a Calvo.

Contrario a versiones de las FARC que indicaban que Calvo estaba muy enfermo y no podía caminar, el soldado descendió por su cuenta de la nave y descartó usar una silla de ruedas que le fue ofrecida por el CICR.

Calvo, vistiendo una camiseta azul claro, pantalones oscuros, zapatos deportivos negros y con el cabello muy corto, caminó junto a sus familiares varios metros hasta el hangar de la terminal y no formuló declaraciones. Llevaba una larga vara a modo de bastón y una botella de agua mineral en sus manos. Desde lejos, saludó a la prensa tocándose el pecho del lado del corazón.

La congresista Córdoba destacó que los rebeldes le dijeron que tienen en su poder los restos óseos de un mayor de la policía, Julián Guevara, muerto en cautiverio en el 2006, pero que por dificultades «en la movilidad» de los guerrilleros no podían entregarlos de inmediato, como ya habían dicho esta semana.

(AP)

Dejar respuesta