Mujeres iraníes en protestas: pañoletas y piedras

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Por REBECCA SANTANA

Durante años, el mayor desafío que se atrevían a hacer las mujeres en Irán tomaba la forma de pequeños rizos de cabello que se asomaban por debajo de las pañoletas que cubren sus cabezas, en un esmalte brillante sobre las uñas y en ropa moderna que podía adivinarse, tapada por los voluminosos sacos y mantos.

Pero estos pequeños actos de rebelión contra el gobierno teocrático han sido eclipsados tras las impugnadas elecciones presidenciales del 12 de junio. En su lugar, aparecieron imágenes de mujeres iraníes que marchaban junto a los hombres o forcejeaban con robustos agentes.

Y desde luego, quedó como símbolo la imagen estremecedora de una joven llamada Neda, sangrando por la boca y la nariz minutos después de ser muerta a tiros.

En una parte del mundo musulmán donde las mujeres suelen ser reprimidas, estas imágenes han catapultado a las manifestantes iraníes al frente del movimiento opositor en el país. Se trata de un papel al que, según varias mujeres y expertos, pocas iraníes están dispuestas a renunciar, algo que podría plantear desafíos incluso mayores al gobierno conservador del presidente Mahmud Ahmadinejad, tras los enfrentamientos y protestas recientes.

«Las mujeres iraníes son muy poderosas y quieren su libertad», dijo una mujer en Teherán, quien añadió que participaba en las protestas. Al igual que todas las mujeres entrevistadas para este despacho en Irán, ésta no quiso ser identificada por su nombre, ante el temor de una represalia gubernamental.

«Ellas están realmente reprimidas y necesitan hablar sobre esto», agregó.

Al parecer, los comicios abrieron las compuertas para ventilar ese sentimiento de frustración.

Mir Hossein Mousavi, rival de Ahmadinejad en los comicios, afirma que hubo un fraude en las elecciones, y esas denuncias representaron el catalizador de días de protestas luego de la votación. La severa respuesta del gobierno –evidenciada por cientos de arrestos, la muerte de más de una docena de manifestantes, límites estrictos a la prensa, la negativa de los líderes teocráticos del país a considerar un posible recuento– agravaron el descontento popular en grandes sectores de la población.

Pero hay un estrato adicional de resentimiento y disgusto entre muchas de las 35 millones de mujeres que viven en Irán. Muchas temen que un segundo periodo en el gobierno, por parte de un político electo por primera vez en el 2005, en parte sobre una plataforma que prometía restaurar los «valores islámicos», sólo puede ser peor que la primera administración.

«La raíz del desorden actual es el descontento y la frustración de la gente por sus penurias, que datan de antes de las elecciones», consideró Shirin Ebadi, abogada iraní que ganó el Premio Nobel de la Paz. «Debido a que las mujeres son la gente más insatisfecha en la sociedad, su presencia (en las protestas) ha sido más prominente».

En el Medio Oriente musulmán, las mujeres se han unido frecuentemente a los hombres en movimientos de protesta.

En 1990, cuando Irak invadió Kuwait, las mujeres se manifestaron en las calles del pequeño emirato del Golfo Pérsico. Al paso de los años, se han vuelto características las imágenes de palestinas, elevando los puños en señal de indignación para condenar a Israel o llorando de desesperación por la muerte de sus hijos y cónyuges.

Pero las iraníes parecen haber elevado esas imágenes a un nuevo nivel, en el marco de un país donde la Revolución Islámica triunfó en 1979.

Ha sido posible ver a muchas, hombro con hombro con los manifestantes, soportando los mismos golpes y amenazas.

«Todos estamos juntos, y nos ayudamos sin importar el género», dijo una mujer de 34 años, que ha protestado en Teherán.

Agencia AP

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