Países de Unasur se reúnen mientras compran más y más armas

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Por MICHAEL WARREN

BARILOCHE, Argentina — El presidente venezolano Hugo Chávez agravó las tensiones justo antes de la reunión del viernes de la Unión de Naciones Suramericanas al amenazar con romper relaciones con Colombia por el acuerdo que permitiría una mayor presencia militar estadounidense en ese país.

Chávez acusa a Estados Unidos de desatar «los vientos de la guerra» en el continente, aunque pocos diplomáticos coinciden luego de una gira de funcionarios colombianos y estadounidenses en que buscaron calmar los ánimos de los países vecinos.

El acuerdo entre Colombia y Estados Unidos ha generado gran incertidumbre sobre la estabilidad regional y ha facilitado un pretexto más para que los países de la región eroguen cuantiosas sumas de dinero en sus capacidades bélicas.

Venezuela gastó 4.000 millones de dólares en la compra de armas rusas, Ecuador compró 24 aviones de guerra brasileños y seis aeronaves a control remoto de fabricación israelí, y Bolivia abrió una línea de crédito con Rusia de 100 millones de dólares para la compra de armamento.

Tales compras ya estaban planificadas aun antes de que la AP divulgara los detalles del acuerdo entre Estados Unidos y Colombia.

Los gastos de defensa en toda la región están en aumento, aunque la mayoría de los gobiernos aseguran que se trata sólo de una modernización de rutina. Las 12 naciones de América del Sur invirtieron unos 51.000 millones de dólares en sus fuerzas militares el año pasado, un 30% más que 2007, según el Centro para la Nueva Mayoría, un grupo de estudios en Buenos Aires.

Eso es poco comparado con el resto del mundo, pero es una carga pesada para las democracias jóvenes en tiempos de paz que se esfuerzan por lidiar con problemas como la pobreza y la contracción económica.

«Nada de esto es bueno. Lo último que la región necesita es una carrera armamentista. De ninguna reunión de Unasur debería surgir la frase ‘usted se está armando, es por eso que nosotros debemos seguir armándonos»’, dijo Markus Schultze-Kraft, analista en Bogotá del International Crisis Group, una organización de resolución de conflictos.

La Red Latinoamericana para la Seguridad y Defensa, un grupo investigador en Buenos Aires, sostiene que Ecuador es el país sudamericano con más gastos de defensa en proporción a su economía: el 10,7% de su presupuesto nacional.

En contraste, Colombia gasta el 9,3% de su presupuesto en armas y Venezuela el 5,2%.

El presidente colombiano Alvaro Uribe, en el encuentro de Bariloche, tratará de asegurar a los demás líderes que el acuerdo con Estados Unidos busca sólo afilar sus capacidades para luchar contra el narcotráfico y el terrorismo, y que las tropas no se extralimitarán de su territorio sin autorización.

El jueves en Cartagena, Colombia, el ministro de Defensa colombiano Gabriel Silva aseguró que la doctrina militar colombiana es «disuasiva» y que la nación andina no está en una carrera armamentista.

«Colombia no es un país armamentista, no gastamos miles de dólares en armamento», aseguró. «Es un país muy pobre con una amenaza interna» derivada de la acción de grupos armados ilegales.

También el jueves, pero en Buenos Aires, el subsecretario adjunto del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Christopher McMullen, se reunió con altos funcionarios de Argentina para explicarles que el convenio «está basado en los principios de respeto por la no intervención, la integridad territorial y la soberanía», según un comunicado de la embajada estadounidense.

Pero los líderes latinoamericanos y los congresistas estadounidenses que no fueron consultados sobre el pacto exigen mayores explicaciones, y algunos piden garantías por escrito.

«Desafortunadamente esto podría conducir a una escalada armamentista en la región, particularmente con Venezuela, Ecuador y otros países para compensar lo que perciben como un cambio en la balanza de poder», dijo Miguel Tinker Salas, profesor del Pomona College en Claremont, California.

Chávez denunció que las tropas estadounidenses podrían usar las bases colombianas para lanzar operaciones contra líderes latinoamericanos como él. Por ello, dijo, Venezuela debe comprar más armas para compensar una desigualdad militar.

Otros sospechan de cualquier presencia militar extranjera en América Latina, donde aún está fresca la memoria de las dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos.

El reciente golpe en Honduras —encabezado por unas fuerzas armadas con estrechos lazos con Estados Unidos— también preocupa a los diplomáticos de la región.

Las promesas verbales de Uribe no han atenuado las sospechas, especialmente desde que despachó a sus fuerzas militares a atacar a una base de las FARC en territorio ecuatoriano el año pasado para matar a un comandante rebelde.

«Tenemos un problema que no se puede barrer debajo de la alfombra», dijo el canciller brasileño Celso Amorim. Sugirió que Colombia debe «poner por escrito todo lo que las autoridades colombianas han dicho y ponerlo en una nota diplomática» como garantía.

Varios diplomáticos han lamentado que el presidente Barack Obama no asista a la cumbre para explicar la posición de su país y sostienen que el acuerdo con Colombia contradice su promesa de poner fin a décadas de una política estadounidense de «mano dura» y dar inicio a una nueva era de cooperación y buena fe que hizo en la última Cumbre de las Américas de Trinidad Tobago.

El presidente brasileño Luis Inacio Lula Da Silva irá a la cumbre para «reducir las tensiones que tienden a ser magnificadas por la retórica y la polarización», declaró Baumbauch. El mandatario brasileño le ha solicitado a Obama reunirse con sus contrapartes sudamericanos, quizás en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre, «para superar esta lamentable mentalidad de Guerra Fría».

Si Washington hubiera presentado el acuerdo como un esfuerzo multilateral para combatir los problemas transnacionales de tráfico de drogas y terrorismo habría tenido un resultado diferente, dijeron varios analistas. En su lugar, el pacto se hizo en secreto, alimentando temores y provocando la compra de armas a rivales de Estados Unidos.

«Si Estados Unidos no quiere vendernos, ahí está China o Rusia», dijo recientemente el mandatario boliviano Evo Morales, quien además acusó de «traidor» de América Latina a cualquier mandatario que invita a tropas extranjeras a su territorio.

Unos 1.500 manifestantes agitaron consignas similares el jueves durante una protesta en el centro de Bariloche, a varios kilómetros del muy custodiado hotel de lujo Llao Llao, sede de la cumbre. Es un lugar ideal para resolver sus diferencias. O bien, podrían seguir hablando de guerra.

Agencia AP

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