Rescatados por ejército colombiano se encuentran con su familia

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Por CESAR GARCIA

BOGOTA — Tras sobrevivir casi 12 años de cautiverio en poder de las FARC y un operativo de rescate bajo intenso fuego, cuatro uniformados, entre ellos el general más antiguo de la policía y el de más alto rango en manos de la guerrilla, se reencontraron el lunes con sus familias entre besos y abrazos.

Un comando especial del ejército rescató al mediodía del domingo en un sector del departamento de Guaviare, al sur colombiano, al general Luis Mendieta, al coronel Enrique Murillo —ambos de la policía— y al sargento del ejército, Arbey Delgado.

La madrugada del lunes el ejército localizó al teniente coronel de la policía William Donato, quien al momento del rescate corrió en una dirección diferente a la de sus otros tres compañeros cautivos.

Diecinueve uniformados siguen en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

«Reitero una oferta, si a estos integrantes de la guerrilla… abandonan la guerrilla, liberan los secuestrados, nosotros les damos todas las recompensas» judiciales y monetarias, dijo el presidente Alvaro Uribe en un discurso en Manizales, a 165 kilómetros al noroeste de Bogotá.

Más tarde en una alocución transmitida por radio y televisión a todo el país, Uribe explicó que «fueron 20 minutos eternos» los que soportó durante un consejo comunal de gobierno en la ciudad de Manizales, a 165 kilómetros al noroeste de Bogotá, al referirse al momento del rescate de los militares.

El mandatario hizo sus declaraciones tras escuchar el relato de Mendieta, cuando afirmó que fue un rescate «a fuego y granadas, pero sin sangre».

Uribe pasó su teléfono móvil a Mendieta para que fuera saludado por la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien fuera rescatada junto con tres contratistas estadounidenses y 11 militares y policías durante la llamada «Operación Jaque» en julio del 2008. Betancourt se radicó en Francia después del rescate.

«Todavía nos queda una tarea muy grande. No podemos desmayar un solo momento para rescatar a nuestros compatriotas», señaló Uribe, al tiempo que recordó los nombres de una veintena de militares y policías aún en cautiverio en algún lugar de la selva al sur del país.

El comandante de las fuerzas militares, general Freddy Padilla, dijo que el operativo comenzó a planearse luego que el 11 de marzo el ejército rescatara a un guerrillero herido quien, dijo, le dio datos adicionales a la inteligencia del ejército sobre el paradero de los cuatro secuestrados.

Un grupo especial de 12 militares entró al campamento mientras al menos otros 200 estaban en las zonas alrededor de un punto en la selva a pocos kilómetros de Calamar, en el departamento de Guaviare y a unos 330 kilómetros al sureste de Bogotá.

Desde el día en que se autorizó la operación a inicios de este mes, el comando lleva nueve días internado en la selva. «Los tomamos de sorpresa», dijo Padilla a la AP en su despacho.

Los cuatro rescatados llegaron antes del mediodía al aeropuerto militar de Bogotá desde una base castrense en Guaviare, y fueron recibidos entre abrazos y besos por un tumulto de parientes.

Mendieta, de 53 años, y Murillo, de 41 años, fueron secuestrados en noviembre de 1998 tras un ataque a un puesto policial en Mitú, en el departamento de Vaupés y a unos 570 kilómetros al sureste de Bogotá.

Delgado, de 40 años, y Donato, de 41 años, fueron capturados por los rebeldes en agosto de 1998 en una incursión a una base antinarcóticos en Miraflores, en Guaviare y a 440 kilómetros al suroeste de la capital.

Mendieta narró que el domingo al mediodía estaba junto a sus otros compañeros secuestrados y ocho guerrilleros y se disponía a «celebrar», aunque no dijo exactamente cómo, su cumpleaños número 53.

De pronto, dijo Mendieta a los reporteros en el aeropuerto, escucharon disparos y los cuatro uniformados se tiraron al piso en el campamento en el que estaban desde hacía ocho días.

Los guerrilleros, «al no cesar esa cantidad de disparos… salieron corriendo hacia diferentes sitios», aseguró Mendieta, que se ocultó y huyó luego. Igual hicieron en distintas direcciones los otros tres rehenes.

Más tarde en el comando de la policía, Murillo recordó que salió corriendo y se lanzó a un pequeño río y dentro del río a un hueco del que apenas salía para respirar.

«Respiraba lo más que podía y aguantaba dentro del agua», dijo. «Cuando vi que en un momento saltaron (al agua) unos señores…y me observaron y al observarlos con los cascos y con el uniforme característico del ejército, levanté mi cadena y les dije que era uno de los secuestrados», aseguró Murillo, quien bromeó más tarde preguntando si en la jornada había partido del Mundial de fútbol y que quería verlo porque hace ocho años que no estaba frente a un televisor.

Pero el teniente coronel William Donato, hallado el lunes en la mañana, explicó que al huir de la balacera corrió y se encontró de frente con uno de los guerrilleros, que le disparó.

«Yo no sé nadar muy bien, pero entre una bala y el agua, preferí el agua», dijo Donato al explicar que logró huir del rebelde al lanzarse al río y que la corriente lo fue llevando hasta un punto en el que consiguió salir. No obstante, decidió ocultarse cavando un hueco y echarse la tierra encima para camuflarse.

Escuchó que lo llamaban, pero decidió desatender las voces pensando que podía ser la guerrilla y entonces optó por quedarse la noche entera dentro del hueco. Escuchó helicópteros sobrevolar y pensó «me dejaron».

Pero por la madrugada oyó nuevamente helicópteros. «Dije: ‘no han salido, no se han ido»’, contó Donato y decidió salir del hueco y probar suerte buscando al ejército, con el que se topó más tarde, siendo finalmente rescatado.

Con excepción de Mendieta, los otros tres ex cautivos llegaron al aeropuerto con largas cadenas atadas con un candado a su cuello. Las cadenas les fueron retiradas posteriormente en Bogotá.

(AP)

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