Toneladas de carne se pudrieron en pueblo de Dakota del Sur

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Por CARSON WALKER

BRIDGEWATER, Dakota del Sur, EE.UU. — Tras las puertas de los congeladores de una planta de procesamiento de carne que su dueño abandonó de forma misteriosa, 44 toneladas de carne de bisonte resistieron los procesos naturales de descomposición durante meses, ayudadas por el frío brutal de los inviernos de Dakota del Sur, pero todo tiene un límite.

Una vez que llegó la primavera y se interrumpió el suministro de electricidad, la carne —suficiente como para llenar un gimnasio escolar— hizo lo que tenía que hacer: comenzó a pudrirse y naturalmente, a despedir un olor extremadamente desagradable.

Había mal olor en el banco, en el estudio de abogados, en el café y en la joyería. Todos en este pequeño poblado lo podían sentir, no importa dónde estuvieran.

El olor era tan repugnante que los empleados de limpieza que llegaron a limpiar el desastre pegajoso de carne licuada, cubierto por una capa palpitante de gusanos blancos y un ejército de moscas, se dieron por vencidos a los dos días.

La pestilencia «estaba también en las oficinas de la ciudad, el supermercado y el correo. Luego se extendió a las viviendas», dijo el alcalde Marty Barattini, mientras señalaba a cada uno de esos lugares. «Este es un pueblo pequeño. Tenemos apenas más de 600 personas, así que el hedor era suficiente para abrumar a todo el pueblo, no sólo a esta calle», agregó.

Hartos, 18 trabajadores públicos del pueblo y del condado tomaron la planta por asalto para llevarse la carne podrida y recuperar el aire libre de hedor en su pueblo, pero a Bridgewater aún le esperaba una humillación más: tres meses después, el dueño de la planta, Ilán Parente, aún no paga la cuenta de limpieza de 11.151 dólares, además de que debe 14.085 dólares en impuestos inmobiliarios.

Parente cerró la planta Bridgewater Quality Meats en enero de 2008 y mudó su empresa a Minnesota. Dejó la carne allí para, al parecer, venderla a una compañía de comida para mascotas. La carne siguió congelada hasta que le cortaron la electricidad por falta de pago en diciembre.

Cuando llegó la primavera, el olor comenzó a salir. Parente envió dos empleados a limpiar, pero se rindieron tras dos días. Así que los funcionarios locales tuvieron que hacerse cargo.

El alcalde, que combatió en Vietnam, dijo que nunca había sentido un olor así.

«Esto es peor que cadáveres pudriéndose», dijo.

Agencia AP.

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