Londres.- Por Juan Carlos Rincón.- El danés Soren Kragh Andersen, del equipo holandés Sunweb, consiguió su segunda victoria de etapa en el Tour de France, luego de escaparse a 16kms de la meta en Champagnole. Andersen, de 26 años y campeón mundial contra-reloj en 2017, cumplió a la perfección el plan de ataque de su escuadra, que ahora contabiliza tres victorias parciales, las mismas que su homólogo holandés Jumbo-Visma.
La última jornada de media montaña fue intrascendente, excepto por la confirmación del irlandés nacido en Bélgica, Sam Bennett, como el nuevo ganador de la camiseta verde de los puntos. Bennett, del equipo belga Deceuninck–Quick-Step, destrona al eslovaco Peter Sagan, siete veces campeón desde 2102 y máxima figura en esta categoría del Tour.
Los favoritos y primeros en la clasificación se dedicaron a rodar y reservaron fuerzas para “la hora de la verdad” este sábado, cuando la contra-reloj sobre 36,2 kmts hasta La Planche des Belles Filles, definirá el podio de París.
La noticia de la jornada fue en cambio la expulsión del Tour (con multa) del Director deportivo del Jumbo-Visma, Merijn Zeeman, por conducta antideportiva, intimidación e insultos a un comisario de la Unión Ciclista Internacional (UCI), durante la revisión técnica con Rayos X de la bicicleta del líder Primož Roglič, al finalizar el miércoles la etapa 17 en la estación de esquí de Méribel en lo alto del Col de la Loze, donde ganó el colombiano Miguel Angel “Supermán” López.
En el Tour 2020 con Vinos de Francia seguimos nuestra ruta por Burdeos y llegamos a Saint-Estèphe, una de las cinco denominaciones de origen con vinos Cru; cinco Grand Cru Classés (los Châteaux Montrose, Cos d’Estournel, Calon-Ségur, Lafont-Rochet y Cos Labory) y 15 Cru Bourgeois. En Saint-Estèphe hay plantadas 1.229 hectáreas, esencialmente de Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc, en suelos ligeros sobre una capa de arcilla y piedra caliza. Es la denominacion más al norte y se beneficia además de suelos más fríos, irrigados por el Río Garona y favorecido por los vientos frescos del Océano Atlántico. Por esta condición geográfica -cercanía al río- y climática, usualmente son vinos de evolución lenta y de guarda larga, hasta 50 años y más!
Los vinos Grand Cru Classé podríamos considerarlos como los íconos y equiparar con ellos los selectos vinos de pago, o Grandes Reservas o los mejores vinos de las bodegas del nuevo mundo (EE.UU, Chile, Argentina, Australia o Suráfrica). Los Cru Bourgeois constituyen a su vez el segundo nivel y tienen un precio más accesible para el consumidor, entre €15-20 por botella. Tienen igualmente una clasificación que se revisa anualmente y fuerza a los productores a un nivel de exigencia constante, aunque hay unos pocos Châteaux muy renombrados que no participan en esa selección que establece la escala de Cru Bourgeois, Cru Bourgeois Superior y en la cima el exclusivo grupo de Cru Bourgeois excepcional, que en 2020 escogió únicamente a 14 productores entre 260 para portar esa distinción.
Para el consumidor, la etiqueta Cru Bourgeois constituye igualmente una carta de garantía. Y entre ellos, el vino de la etapa 19 es uno de los que más ha progresado en los últimos 20 años, gracias a la dedicación de su dinámico propietario Didier Marcelis que después de trabajar dos décadas en el sector de alta tecnología asumió el dominio familiar.
Château Serilhan es una propiedad vinícola de 12.5 hectáreas ubicada en el corazón del municipio de Saint-Estèphe, que ha sido renovada a lo largo de los años replantando el viñedo para realizar vinificaciones parcelarias. Actualmente la distribución de variedades en el viñedo es 54% Merlot, 41% Cabernet Sauvignon y un porcentaje pequeño (5%) de Cabernet Franc, y la edad promedio de las viñas es de 33 años.
El fruto de ese esfuerzo mejorando la calidad fue la obtención de la categoría Cru Bourgeois Superieur el pasado 28 de febrero, cuando se anunció la nueva selección oficial 2020 por parte de L’Alliance des Cru Bourgeois (Unión de Productores). Los Châteaux listados constituyen lo mejor de los vinos de la gran región de Médoc, junto a los Grand Cru Classés.
Didier Marcelis presentó sus últimos vinos en Londres el pasado marzo y me explicó los cambios en su bodega. Hasta la añada 2017 (la vibrante botella de hoy) la asesoría técnica la hacía Hubert de Boüard, propietario del famoso Château Angélus en Saint-Émilion, y quien como Gran Maestro y presidente de la histórica Cofradía “La Jurade” me integró a ella en 2007.
Desde 2019 la consejería técnica para las mezclas finales de los vinos de Didier está a cargo de Alain Raynaud, también originario de Saint Emilion y presidente del Grand Cercle des Vins de Bordeaux (Círculo de los Vinos de Burdeos).
Este cambio coincide además con el vigésimo aniversario de la llegada de Didier y su esposa al Château, y con la nueva etiqueta desde la cosecha 2019. Además, con la puesta en marcha de una nueva estrategia de comercialización de su vino (actualmente se exporta a 20 países) que incluye la búsqueda de los mercados en los puertos del sureste del Océano Índico.
Una de las particularidades que siempre me ha intrigado y a la vez satisfecho de este vino, es su frescura frutal y su armonía desde joven. Es una “tentación” a beberlo anticipadamente, como hicimos esta tarde de viernes con mi esposa Elizabeth.
Seguramente que lo habría podido guardar al menos otros cinco años en la cava, pero la ocasión de un día menos tenso y los aromas del arroz atollado, me llevaron a descorcharla. No me retracto para nada porque fue uno de los últimos días soleados del fin del verano (acompañado de ráfagas de viento) y el perfume de fruta roja cocida, moras y toques de pimienta, era una invitación imperativa. Salud!.
* Sitio web del Château Serilhan: www.chateau-serilhan.fr
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COPAS: En el transcurso de este Tour 2020 con Vinos de Francia, he recurrido a diferentes tipos de copas para catar (degustar), apreciar y beber los vinos de las botellas descorchadas en el recorrido por algunas de las denominaciones de origen más importantes del país. La especialización en copas ha llegado a niveles exagerados para el consumidor corriente, quien sólo desea un momento de placer y emoción con el vino. Hoy existe casi una copa para cada tipo de uva y nivel de vino, copas para Grandes Cru o para vinos jóvenes; es otro universo que se ha convertido en una galaxia confusa. Simplemente, para estar seguro, es importante tener un juego de copas tipo degustación de buena calidad, preferiblemente de cristal de plomo y con una forma similar a las usadas en las etapas 2, 5 y 15 (Riedel, Spiegelau y Schott Zwiesel). Puede igualmente, si su presupuesto lo permite, tener un juego de lujo para ocasiones muy especiales.
Una copa más universal y corriente es la que muestra Philippe Bardet en la etapa 6 (vidrio). En realidad, la copa ideal debe ser de cristal, totalmente liso y trasparente y sin ningún tipo de adornos o marcas. Su forma siempre se caracteriza por tener un borde fino para apoyar los labios, un tallo alto para sostenerla y airear el vino sin que el calor de la mano afecte la temperatura. Por ello, nunca se debe tomar una copa por el bulbo (la forma redondeada ancha en el medio y cerrada arriba) que permite concentrar los aromas y la densidad del vino, que se expresa en las lágrimas -otros las llaman piernas- que se desprenden del ribete. Esa imagen la vemos a diario en el cine o la TV, pero es la forma incorrecta de tomar una copa de vino; para eso tiene el tallo.
Las copas de cristal son de superior calidad, permiten un mejor desarrollo del vino y sus aromas, son más finas, delicadas y caras. Marcas principales de esas copas son las Riedel, Spiegelau, Zalto, Schott Zwiesel, Bohemia y Cristal d’Arques, entre otras. En las etapas 4, 7, 8 y 15 utilicé en cambio un tipo de copa moderna, en material intermedio (cristal de vidrio), el Kwarx de la marca francesa Chef et Sommelier (C&S), pero también están las excelentes copas en Tritan, de la casa alemana Schott Zwiesel. Las de C&S están más enfocadas a la hotelería y restaurantes, y tienen la ventaja de que el ángulo en el bulbo sirve de médida para servir la cantidad de vino más adecuada, ofreciendo un buen espacio de aireación y concentración de los aromas. Incluso produce un tipo de copas-vaso (sin tallo) que guarda la forma del tulipán pero puede ser empleado para vino o para agua. Yo las uso para vino cuando no quiero complicarme con copas con tallo, como fue el caso este viernes en la terraza. Las de Schott Zwiesel son más especializadas en la apreciación de los aromas y su línea Sensa es excelente, con copas específicas para los vinos de Burdeos, Borgoña, Chardonnay o Riesling. A mi juicio, ambos fabricantes, son el mejor compromiso cotidiano para quien no desea gastar una fortuna en copas ni tener copas de vidrio, entre las cuales las italianas de Luigi Bormioli y Leonardo, son probablemente las más satisfactorias. La ventaja de los dos últimos tipos de material es que las copas son muy económicas y de fácil limpieza, incluyendo la maquina lavadora. Las de Cristal jamás se deben lavar en maquina o con jabón y menos si es abrasivo (se rayan). Es aconsejable agua caliente y una solución muy suave con agua y alcohol, y después secarlas con un paño de seda. Las de Cristal de vidrio son más fáciles y una solución interesante.
Tomado del Blog «Mi Rincón», de nuestro colaborador habitual Juan Carlos Rincón (www.blog.rincondecata.com)