Por ERIC NÚÑEZ
NUEVA YORK — Hazte un lado Roger, que aquí llegó Juan Martín Del Potro.
En su primera final de un Grand Slam, el argentino Del Potro se adjudicó el lunes el Abierto de Estados Unidos con una sensacional victoria 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4), 6-2 sobre Roger Federer, el amo de los récords en el tenis masculino.
De estar desorientado en el primer set, Del Potro produjo una épica reacción que le dio la corona en el torneo que se aburrió de decir era su favorito de los cuatro grandes.
«Mi sueño de niño era ganar el US Open y el otro era ser como Roger», dijo Del Potro. «Ya cumplí con uno».
«Es un momento indescriptible. Este era mi sueño desde que era chico, llevarme este trofeo», añadió. «Es la sensación más bonita de mi vida».
Del Potro le negó a Federer llevarse su sexto campeonato seguido en el Open estadounidense, algo que no se lograba desde la década de los 20 el siglo pasado.
«No se puede ganarlos todos», dijo Federer con cierto aire de resignación. «No todos los días puedes jugar con tu mejor nivel».
La «Torre de Tandil», el apodo que recibió por su estatura de 1,98 metros, hizo algo que hasta ahora sólo Rafael Nadal había podido conseguir en los Slams: vencer a Federer en una final.
El español lo consiguió cinco veces, pero ahora hay que añadir a Del Potro, quien recién la semana próxima cumplirá los 21 años y perdedor en sus seis duelos previos contra Federer.
Habían pasado exactamente 2.200 días desde la última derrota de Federer en el torneo y por cosas del destino la misma fue obra de otro argentino, David Nalbandian, en la cuarta ronda en 2003.
Del Potro es el tercer argentino en ganar el US Open, sumándose a las conquistas de Guillermo Vilas (1977) y Gabriela Sabatini (1990). Su festejo es el primero para el tenis argentino en los Slams desde que Gastón Gaudio venció a Guillermo Coria en la final fraticidad del Roland Garros de 2004.
«Esto es para ustedes, para todos los argentinos», dijo Del Potro cuando pudo hablar en español frente a la multitud del estadio Arthur Ashe, incluyendo al propio Vilas.
Y casi ni pudo hacerlo, ya que el presentador de la ceremonia de premiación se resistió en darle un breve tiempo para pronunciarse en su idioma.
Del Potro no podía darle crédito a su obra, aunque la misma no tuvo nada de casualidad. Después de todo, un día antes, le había propinado a Nadal su peor derrota en Slams.
De entrada, el peso de la curtida trayectoria de Federer parecía que lo cargaba fácil a una 16ta corona de Slam en 21 intentos.
Federer fue arrollador desde el principio, y en su primer quiebre dejó atónito a Del Potro cuando clavó una pelota cruzada desde un ángulo muy abierto.
«No tenía experiencia jugando este tipo de partidos», destacó Del Potro al admitir que su mal arranque fue porque estaba ansioso. «Fueron los nervios, desde anoche estaba bien nervioso y encima tenía al mejor jugador de la historia».
Su primer quiebre en el partido le permitió seguir vivo en el segundo parcial, al igualarlo 5-5, y con ello comenzó la remontada para la que fue la primera final del torneo en irse a cinco sets desde 1999.
Los papeles se invirtieron una vez que Del Potro se sacó de encima el pánico escénico de verse en su primera final en un major y comenzó a soltarse, perdiéndole el respeto al indiscutible número del mundo.
Insólitamente, fue Federer quien perdió la compustura y lo hizo en un momento decisivo en el cuarto set.
Cuando avizoraba la meta, 5-4 al frente y a dos puntos de la victoria , Federer se ofuscó por una decisión del juez de silla en permitir el análisis del Hawk Eye por una pelota dudosa en la raya después de varios segundos. A Federer se le escapó una obscenidad en su cruce de palabras con el juez Jake Garner y le tomó tiempo en sacarse el mal gusto.
Animado por los cánticos pro argentinos desde la grada, Del Potro empezó a ser otro y ganó impulso tras el episodio. Con aplomo y autoridad, procedió a imponerse en ese parcial por vía de un segundo desempate a su favor, forzando un cinco set al caer la noche.
En un abrir y cerrar de ojos, Del Potro se vio iluminado con su forehand cargado de dinamita y dominó el set decisivo hasta cantar victoria con su quinto quiebre de servicio en el duelo de 4 horas y 6 minutos.
Se tiró el piso azulado de la pista cuando Federer mandó larga una devolución y no pudo evitar al encontrarse en el medio de la misma levantando los brazos como flamante campeón.
Federer se cavó su propia fosa con un rosario de desaciertos. Aunque parezca increíble, el avezado veterano de 28 años cometió más errores no forzados (62) que winners (56) y acumuló 11 doble faltas.
«Roger se equivoca muy poco. Por momentos puede jugar mal, pero no te lo hace notar. Yo estuve bien, pude ganar los puntos importantes y terminar con esto que ya no lo aguantaba más», indicó Del Potro.
Viniendo de menos a más, Del Potro levantó su juego y silenció a quienes en la antesala del torneo dudaba sobre su capacidad física de aguantar el gasto de disputar cinco sets.
Una vez que puso en orden su saque, el tandilense fue espléndido al llevarse el 73% de los puntos con su primer servicio.
«Pensé que lo tenía todo bajo control durante los primeros dos sets, nunca debí haber malogrado tantas oportunidades», dijo Federer.
El suizo se tomó sin mucha amargura la derrota, algo obvio para alguien que este año finalmente logró obtener el esquivo título del Abierto de Francia para completar la colección de Slams y luego en Wimbledon eclipsar el récord de Pete Sampras de más majors con su número 15.
«Quizás pueda analizarlo después y arrepentirme de algunas cosas», dijo Federer.